VALÈNCIA. "Ser o no ser. ¿Cuál es más digna acción del ánimo, sufrir los tiros penetrantes de la fortuna injusta, u oponer los brazos a este torrente de calamidades?", se preguntaba Hamlet en el soliloquio más famoso de la historia de la literatura. Una reflexión sobre la incertidumbre que es válida, en estos días, para la situación que atraviesa la hostelería en España. Habrá un antes y un después de la pandemia del Covid-19, pero el futuro nos ha alcanzado sin que el sector haya tenido tiempo de reaccionar. La Comunitat tendrá que esperar para entrar en fase 1 de la desescalada (artículo actualizado tras el anuncio del Ministerio de Sanidad), cuando se autorizaría el funcionamiento de terrazas de restaurantes al 50%. Un porcentaje insuficiente para unos, y válido para otros, que van a levantar la persiana y a tirar la caña.
Si la semana pasada se imponía un grito unánime entre los empresarios de la restauración, el de "Yo no abro", que el Gobierno haya rectificado y haya ampliado el aforo permitido del 30% al 50% ha derivado en que muchos cambien de opinión. En el caso de València, también ha ayudado que el Ayuntamiento suspenda la tasa de terrazas para 2020 y haya flexibilizado el espacio de ocupación, permitiendo bajar mesas y sillas de las aceras a la calzada. En este punto, la disparidad de criterios es más latente que nunca. Algunos restaurantes quieren volver a la carga ya para paliar, cuanto antes, el golpe económico que ha supuesto la crisis, por lo que abrirán el mismo lunes o de cara al fin de semana. Otros insisten en que los números son insuficientes y manifiestan su descontento con el plan de reactivación.