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análisis vp - la exconsellera elisa núñez se marcha de vox con reproches al líder

Abascal empieza a pagar las consecuencias de su decisión unilateral

  • Comparecencia de Abascal el día de su ruptura con el PP, donde no se permitió la entrada de medios. Foto: EP/ A. Pérez Meca

VALÈNCIA. No cabe duda de que la apuesta del presidente de Vox, Santiago Abascal, con la ruptura de los cinco gobiernos autonómicos que compartía con el PP, ha sido fuerte. Mientras los analistas y tertulianos debaten sobre si este movimiento puede perjudicarle o no, lo que como mínimo está generando en torno a la formación que lidera es un ruido orgánico hasta ahora poco conocido en el partido. Al menos desde que se produjo la marcha de referentes de Vox como Macarena Olona o Iván Espinosa de los Monteros.

En este sentido, es habitual que en los partidos con crecimientos vertiginosos, sustentados en hiperliderazgos y con una estructura muy vertical, algo que en la actualidad se puede potenciar con más facilidad gracias a las redes sociales, se profese un culto al líder con tintes mesiánicos que recuerda a épocas pasadas. Unos rasgos que suelen traducirse en la absoluta ausencia de crítica, poca democracia interna, represión de las voces disonantes o, más aún, carencia de ellas. Eso no significa que no existan, sino que ese pensamiento crítico se traduce en silencio, lo que puede conducir a un líder político a considerar que todo funciona correctamente y que la lealtad de los suyos es inquebrantable.

La decisión unilateral adoptada por Abascal -y también con cierta participación de Núñez Feijóo- de romper los cinco gobiernos autonómicos compartidos con el PP, sólo puede obedecer a una decisión estratégica de carácter nacional, dado que no existían grandes problemas en estos ejecutivos. El ejemplo más cercano, el del Gobierno valenciano, resulta muy revelador y expositivo de la convivencia: se producían ciertas discrepancias puntuales, pero no aparecían incendios diarios y las problemáticas solían provenir, en muchos casos, de críticas o desmarques de los consellers de Vox por órdenes de Madrid a alguna decisión del PP. De hecho, prueba de ello fue el traspaso de carteras celebrado este martes, donde hubo intercambio de halagos y buenas palabras entre dirigentes de ambas formaciones que, en líneas generales, se apreció sincero y recíproco.

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