ALICANTE. El escrutinio de la noche electoral del 26 de mayo de 2019, con triunfo hasta cierto punto ajustado del PP sobre el PSOE (2.303 votos de diferencia), dejó a Ciudadanos (Cs) como el socio a perseguir. Se había convertido en el partido que tenía la llave de la gobernabilidad. El entonces alcaldable popular Luis Barcala, que tenía la oportunidad de retener la vara de mando (fue investido en abril de 2018 tras la dimisión del socialista Gabriel Echávarri por su doble procesamiento), lo tuvo claro y no dudó en tender la mano a la candidatura que encabezaba Mari Carmen Sánchez.
Así, pese a los tanteos socialistas, el pacto entre las dos fuerzas (PP-Cs) acabó fraguando a un día del pleno de elección de alcalde para conformar el primer bipartito del centro-derecha de la historia de Alicante, con la dificultad de no disponer de mayoría absoluta. Juntos sumaban 14 concejales (9 del PP y 5 de Cs) en una corporación compuesta por 29 ediles. Así que quedaban abocados a depender de la suma de votos entre alguna de las cuatro formaciones que quedaron en la oposición: PSOE, Unides Podem EU, Compromís y Vox (las tres últimas, con 2 representantes cada una). Eso sí, como era previsible, en la mayoría de las ocasiones, las propuestas del bipartito (incluidos tres presupuestos) han acabado prosperando con el respaldo de los dos concejales de Vox, que han actuado como una suerte de aliados preferentes durante todo el mandato.
La tesitura que se atisba en el 28M podría ser sustancialmente diferente por lo que respecta a los equilibrios entre las fuerzas en liza. La tendencia en el escenario nacional y autonómico que apuntan los sondeos augura diferencias ajustadas entre el bloque del centro-derecha y el del centro-izquierda que podrían reproducirse, cuatro años después, en la ciudad de Alicante.
En los equipos de campaña de los seis principales partidos en liza, nadie da por segura una mayoría absoluta holgada como la que cosechó la popular Sonia Castedo en 2011, cuando logró 18 concejales. Solo los más optimistas entre las filas de ese mismo partido contemplan la posibilidad de rozar los 15 representantes. Pero el análisis compartido es que el color político de la Alcaldía puede acabar dependiendo de la resistencia de Ciudadanos (Cs) y de la capacidad de movilización del conjunto de la izquierda que empuje las opciones de Compromís y Unides per Alacant (la nueva confluencia formada por Esquerra Unida, Podemos, ERPV y Alianza Verde) frente a un probable crecimiento de Vox.
A menos de una semana de la cita con las urnas, los dos partidos con mayores opciones de tomar la Alcaldía ya han fijado posiciones claras. El PP aspira a gobernar en solitario, sin tener que asociarse forzosamente con Vox para huir de otro bipartito que pueda pedir cuota de poder y cesiones. El deseo de los populares es poder desarrollar su propio programa de forma íntegra. Tampoco contempla tener que recurrir a Cs, en la hipótesis de que logre darle la vuelta a las encuestas y obtenga representación.
El PSOE añade una segunda certeza: su negativa a anticipar posibles pactos... por lo que pueda pasar. Su objetivo, como no podía ser de otro modo, también es gobernar. Y, para ello, el primer paso es ensanchar su base de posibles electores. Más, si cabe, cuando se vaticina que entre tres y cuatro de los actuales concejales de Cs podrían acabar repartiéndose entre populares y socialistas.