SU PERFIL PROFESIONAL

Un dramaturgo al frente de un teatro deficitario que tuvo que rescatar la Generalitat

29/01/2019 - 

ALICANTE (EFE). Francesc Sanguino i Oliva (1964) dirige el Teatro Principal de Alicante desde hace más de tres años, cuando fue escogido por el tripartito que entonces dirigía la ciudad, formado por el PSPV-PSOE, Guanyar Alacant y Compromís cuando era presidente de la Associació Valenciana d'Escriptores i Escriptors Teatrals y miembro de la Academia de Artes Escénicas de España.

Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Alicante (UA), fue profesor de Lengua y Literatura del Liceo Francés de Alicante y de la SRI de la UA mientras que posteriormente fue profesor de lenguas clásicas en Secundaria. Sanguino es uno de los fundadores de las compañías Jácara Teatro (1981) y El Club de la Serpiente (1993), de la cual es director artístico.

Fue fundador del Taller de Artes Escénicas de El Campello (1999). Además, ha compatibilizado su actividad en el teatro con la con la televisión -TV3 y Canal 9 -, en donde ha desarrollado su faceta de guionista. Entre los galardones recibidos a lo largo de su trayectoria figuran el Premio Marqués de Bradomín, que otorga el Ministerio de Cultura, en 1987; el Ciudad de San Sebastián en 1995, el Ciudad de Alcorcón en 1996, y el Fray Luis de León de la Junta de Castilla y León en 2008.

Igualmente, ha sido finalista de los Premios Max a la mejor comedia musical en 2010 y ha obtenido el premio anual al mejor texto dramático de la Generalitat y a la mejor producción del País Valenciano (AITA), ambos en 1995. 

Si Francesc Sanguino es algo, es, sin duda alguna, un hombre de teatro. Y además, de la ciudad, y conocedor de la realidad cultural y del entorno. Tomó posesión del cargo de un teatro, el de su ciudad, que durante más de 20 años había tenido una programación muy marcada, y a la vez, muy diferente a la que él quería desplegar: el Principal se había convertido en un teatro comercial, de grandes espectáculos, destinado a un público más bien maduro, y en muchas ocasiones, de clases altas. De la poca burguesía que le queda a la ciudad. Sanguino accedió al cargo con su predecesora, la hoy concejala de Cultura, María Dolores Padilla, de cuerpo presente, pues era, a su vez, la contable del teatro. 

Las ideas de Sanguino eran muy diferentes, incluso para radicales para un público acostumbrado a la música clásica o la zarzuela. Tras 20 años de gobiernos del PP, con un cambio de copropietario -el Sabadell tomó el lugar de la antigua CAM- y con los recortes que la Generalitat Valenciana había aplicado, entre otros, al coso alicantino -Teatres dejó de inyectarle dinero desde 2009-, el director alicantino quiso apostar por la producción propia, obras más arriesgadas, introducir algunas funciones en valenciano e incluirlo en la red del Circuito Teatral de la Comunitat para beneficiarse de las producciones de la Conselleria de Cultura. Pero no pudo hacerlo todo desde el principio -porque el teatro no era 100% público- y, además, tras la primera temporada, los números se volvieron más rojos de los que estaban: un temporada sin grandes musicales le generaron críticas furibundas del PP, que entonces pedía su cabeza, y ahora, dos años después, le respetó en el cargo. Sanguino había llegado al cargo a propuesta de Guanyar Alacant, y con una apuesta del concejal Daniel Simón, hoy candidato de Esquerra Unida.

Pero esos números rojos fueron el punto de inflexión para buscar una salida al teatro: a partir de ese momento, y con la mediación de PSPV y Compromís, se comenzó a explorar las vías para que la Generalitat Valenciana accediera a la propiedad, con un 33% -junto a Banco Sabadell y Ayuntamiento de Alicante- para tapar los agujeros y, además, realizar obras de reforma en las centenarias instalaciones. Eso empezó a gestarse desde 2017, con Echávarri en la Alcaldía y Puig, en la Presidència de la Generalitat, y se ha cerrado hace apenas dos meses, con Barcala como alcalde. Con el tiempo, los resultados han mejorado y han dado un respiro a Sanguino. Ahora, cuando nadie lo esperaba, se ha convertido, además, un contricante.

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