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socialmente inquieto / OPINIÓN

Un alicantino en la Armada Invencible

27/03/2023 - 

Un alicantino enrolado en la Armada Invencible como militar y como médico. Lo primero, lo eran todos en esa Armada. Lo segundo, sólo unos pocos. Y eso que era una flota inmensa de más de cien embarcaciones con un fin: invadir Inglaterra. Fue una aventura patriótica que Gosalbes de Cunedo no quiso perderse, a riesgo de poner su vida en peligro. También era una buena ocasión para dejar escrito en sus poemas, en un latín muy culto, lo que viera y disfrutara. Todo por su patria, su bandera y su rey. Y, también, por su orgullo mancillado por descaradas manifestaciones por protestantes ingleses que combatían contra la fe católica.

El rey Felipe II le declaró la guerra a la reina Isabel, y allí se fueron los españoles armados hasta los dientes, con sus barcos de madera sólo impulsados por el viento, enarbolando sus estandartes y mostrando sus desafiantes cañones, embarcando en Flandes la mejor infantería del mundo para ser la primera fuerza expedicionaria en desembarcar en tierra inglesa.  

Durante los primeros escarceos los ingleses tenían el miedo en el cuerpo, se veían invadidos, todo era cuestión de tiempo. Fíjese sino en las manifestaciones de John Hawkins, tesorero de la marina inglesa y capitán del Victory, quien escribió un informe el 10 de agosto de 1588, dirigido a Francis Walsingham, secretario de estado de la reina Isabel, después de salir maltrecho su buque de un enfrentamiento naval contra otro buque de la Armada española. Dijo que “la flota española, aquí, y muy numerosa, ha de ser aguardada con toda nuestra fuerza, escasamente suficiente. Habrá que disponer de una infinita cantidad de pólvora y balas, sin lo cual se cierna sobre nuestro país un gran peligro; pues se trata, a mi entender, de la mayor y más poderosa combinación jamás reunida en la Cristiandad”. Por su parte, Charles Howard de Effingham, almirante inglés, dejó escrito ocho días después que “os garantizo que el mundo nunca ha visto fuerza tal como la suya” al referirse a la Armada española.

Hubo tiros y cañonazos, escaramuzas y enfrentamientos armados  de poca importancia entre ambas Armadas, pero finalmente no hubo  desembarco español en tierras inglesas como estaba previsto, ahora verá  por qué.

La invasión no tuvo éxito, pero no porque la gran Armada  fuera derrotada por los ingleses, sino por Eolo que descargó su furia  produciendo fuertes vientos y enormes olas que dispersó la flota e hizo  zozobrar a muchos de los buques en su regreso a España, la mayoría de  ellos en el mar del Norte. Entre los barcos que no superaron las  inclemencias del tiempo en el Canal de La Mancha, añadido a los daños  producidos por el cañoneo enemigo, estaba el galeón San Mateo, donde  había embarcado Gosalbes de Cunedo. Naufragaron en la costa holandesa y  fue hecho prisionero. Así lo dejó escrito Cunedo en uno de sus poemas  dirigidos al rey: “Muchas cosas, y bien importantes, perdí yo cuando  seguía,/Gran Felipe, las sagradas banderas de vuestro padre, Felipe  II./Aceptad ahora con misericordia los fragmentos de mi naufragio/cuyos  restos voy forjando con constantes pulidos./Yo soy aquél que, pobre de  mí, fui capturado por el enemigo/en el barco San Mateo junto con  marineros, siervos y soldados”. En el naufragio Gosalbes de Cunedo  perdió para siempre sus primeros poemas. Además, en el saqueo los  holandeses cogieron la gran flámula (bandera vertical del barco) que  tenía dibujada la imagen de Jesús crucificado, que estuvo durante siglos  en una iglesia de Leiden y actualmente se conserva en el museo de la  ciudad.

Los ingleses llamaron a esta, la Armada Invencible en  señal de burla y ahí se ha quedado el apodo formado parte de la tan  manida leyenda negra contra España cuando fue un Imperio, donde el sol  no se ponía y, por lo tanto, era el enemigo para batir. La envidia, el  rencor y la ambición hicieron lo imposible para desmerecer al imperio  español en beneficio del que sería el inglés.

“El episodio posee  un atractivo imperecedero como clímax heroico de una larga pugna  marítima, militar, económica e ideológica entre Inglaterra y España”,  según manifiestan Colin Martin y Geoffrey Parker en su libro “La Gran  Armada. La mayor flota jamás vista desde la creación del mundo”.

Pero  permita que mencione los inicios de Gosalbes de Cunedo. Y para esto  hago eco de la investigación que de este personaje ha hecho Antonio  Biosca i Bas, profesor de Filología Latina de la Universidad de  Alicante, rescatándolo del olvido; y de la exposición “Gosalbes de  Cunedo. Un humanista alicantino a la conquista de Europa” que el  Ayuntamiento de Alicante hizo a principios de este año en instalaciones  del castillo Santa Bárbara, siendo Luis Barcala, alcalde de Alicante, y  Antonio Manresa, el concejal de Cultura.

Gosalbes de Cunedo nació  en Alicante en una familia acomodada, tanto que su familia tenía otra  casa en Muchamiel para pasar mejor los calores del verano. Entonces la  ciudad (siglo XVI) destacaba por su puerto, sobre todo por la  exportación de la uva y del vino Fondillón. El castillo Santa Bárbara le  daba cobijo y protegía la ciudad. Cunedo estudió medicina y botánica en  la Universidad de Valencia. Allí conoció al alicantino Jaime Segarra,  profesor de medicina y discípulo de Galeno, así como a Juan Lorenzo  Palmireno, importante humanista de la época.

Después de participar  en la Armada Invencible y de ser hecho  prisionero por los holandeses,  fue rescatado por Justo Lipsio uno de  los mayores humanistas del siglo  XVI, se instaló en Bruselas y allí se  quedó para siempre como médico y  escribiendo poemas, algunos de ellos  añorando las tierras alicantinas o  celebrando la creación del Obispado  de Orihuela.

Una de sus obras  más extensas es su poema titulado  Philippus en honor del rey Felipe II.  Contiene mil versos, nada menos.  En el poema se explica y alaba el  acierto científico de Felipe II,  apoyada por el Papa Gregorio XIII,  reformando e implantando el  calendario gregoriano, que sigue en vigor en  nuestros días. También  tiene reflexiones personales, así como la  exaltación de victorias  militares como la de Lepanto de 1571 en la que  las fuerzas lideradas  por España fueron protagonistas para derrotar a  las del imperio turco.

Entre  sus poemas deje que copie el  siguiente, traducido del latín por  Biosca. Dice así: “… los ciudadanos  leales al rey/nunca dejaron caer  sus excelsos ánimos abatidos/por un  momento adverso, sino que más  fuertes/se levantaron por amor a su rey  cuando mayor era la  crisis,/dispuestos a enfrentarse al extremo peligro  de la patria”. Está  muy claro. Pues eso.

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