ANDORRA LA VELLA. Después de la enésima paliza de autobús, si alguien no iba a tirar la toalla de buenas a primeras eran ellos.
Corría el minuto 50 del partido que enfrentaba al Hércules con el Andorra en el Prada de Moles cuando un balón al área de Jesús Alfaro estaba muy cerca de introducirlo entre los tres palos de la meta de su equipo el bueno de Adrià Vilanova, futbolista ahora en las filas tricolor pero hace dos cursos en las blanquiazules. Fue en ese momento, pese al todavía más que desfavorable marcador, cuando los gritos de ánimo de los aficionados blanquiazules desplazados hasta el país de los Pirineos volvieron a arreciar.
Eran poco más de cuatro decenas pero, situados en la grada Gol Norte, se hicieron notar durante gran parte del choque, pese a que la asistencia al partido fue de 900 espectadores según comunicó el club andorrano tras el mismo.