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la biografía fue publicada por juan Bta. Codina Bas y Consuelo Cuenca Morató

Tomás Morató: la trepidante vida de un alicantino emprendedor y comprometido

14/07/2024 - 

ALICANTE. Francisco Morató, piloto de la marina mercante, se casó hacia 1881-82 con Josefa Bernabéu en Xàbia. Poco después, tuvieron una hija de nombre Elvira, y en 1883 marcharon a Alicante, porque su puerto ofrecía al cabeza de familia mayores posibilidades de encontrar trabajo. Y fue el 3 de julio de 1887 cuando nació su segundo hijo, Tomás, el protagonista de las líneas que siguen.

La biografía de este ilustre alicantino, muy poco conocido, fue publicada por el historiador y escritor Juan Bta. Codina Bas y Consuelo Cuenca Morató (nieta de Tomás Morató), bajo el sugerente título Algunos mares más al este.

Según refieren en el libro, unos meses después de nacer, su padre embarcó; y su madre, por no quedarse sola, decidió volver a Xàbia con las dos criaturas. Tomás destacó desde la niñez por su afán de aprender, y conforme fue creciendo adquirió una gran fortaleza física. Se cuenta que de adolescente cruzaba a nado la bahía.

A primeros del siglo XX, la naviera del buque que capitaneaba su padre cambió su ruta, que hasta entonces había sido la del Caribe, por la de Filipinas, vía canal de Suez. Francisco pensó que su hijo podría acompañarlo para que siguiera la tradición familiar.  Consultó el tema con su esposa y ambos estuvieron de acuerdo, aunque era un destino arriesgado porque el país combatía contra Estados Unidos por su independencia. Así que con trece años, aunque por su altura aparentaba dieciséis, Tomás comenzó su viaje iniciático. Poco antes de atracar, descubrió que su padre tenía una relación con una mujer que había embarcado durante el viaje. Le preguntó al respecto y su padre le contestó que se quedaría a vivir en Filipinas, donde iban a casarse, y que no volvería nunca más a España. Surgió una discusión entre ambos y su padre lo castigó enviándolo a lo alto de un mástil, castigo que no levantó hasta arribar a Manila dos días después. Tras este incidente, se distanció de su padre. Más tarde, la naviera lo nombró oficial de la marina mercante por las prácticas realizadas durante la travesía.

Un día, Tomás conoció a Manuel Quezón (tiempo después sería presidente de Filipinas) y le propuso involucrarse en la lucha de guerrillas. Tomás se comprometió y, entre escaramuza y escaramuza, aprovechó para estudiar y aprender inglés y tagalo. Finalmente, vencieron los conquistadores y Filipinas se convirtió en una colonia americana. Tomás se incorporó a la vida cotidiana y con ello afloró su espíritu emprendedor.  Junto con un amigo se dedicó a coger cocos y extraer su pulpa, y luego a recorrer pueblos con un búfalo para venderla. Al cumplir los dieciocho, fundó una empresa maderera, y unos años después contrajo matrimonio con Cecilia Racoma. Mientras tanto, Quezón emprendió el camino de la política y animó a Tomás a que hiciera lo mismo. Este aceptó y fue nombrado Notario Público de su provincia.

En 1923 realizó un viaje de negocios a Europa con lo que se le presentó la ocasión de visitar Xàbia para ver a su madre y su familia. A principios de los años treinta, murió su esposa con la que había tenido cuatro hijos. Pese a que su fallecimiento lo afectó profundamente, se sobrepuso y siguió con su dinamismo empresarial, creando nuevas serrerías y fábricas madereras.  Más tarde, se casó con Consuelo Eclavea con la que tuvo seis hijos más.  Por esas fechas, fue elegido alcalde de su ciudad, Calauag, cargo que conllevaba la militarización de su figura, según la legislación vigente. Durante su mandato ayudó a los pobres y necesitados, y por su compromiso con la ciudad fue nombrado Hijo Adoptivo. A día de hoy, su recuerdo aún perdura: en 2011 se inauguró un monumento en su memoria.

En 1935, Quezón fue elegido presidente, y una de sus primeras decisiones fue crear una ciudad que se convirtiera en capital del país. La nueva urbe, que se denominó Quezón City, se levantó en cuatro años, y entonces Quezón escribió una carta a Morató: «Tommy, quiero que tengas el honor de ser el primer alcalde de la ciudad […]». Este accedió y ocupó el puesto hasta la invasión japonesa en 1941. Al verano siguiente fue arrestado acusado de ser miembro de la Resistencia y fue condenado a muerte por decapitación, pero el emperador Hirohito lo indultó al conocer su valentía. Durante su reclusión fue sometido a torturas, y a finales de ese año fue liberado. Pero de nuevo, fue perseguido por los japoneses por su implicación en la lucha de guerrillas y su cooperación con las fuerzas aliadas. Entre sus acciones heroicas destaca la ayuda que prestó a ciudadanos franceses para que salieran del país. Para evitar ser apresado por segunda vez, voló con su esposa y sus diez hijos al norte de la isla y se refugió en una aldea de las montañas. Cuando las tropas estadounidenses desembarcaron en 1945, el general MacArthur, que supo de su presencia, envió una compañía para rescatarlos.

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, recibió el agradecimiento del general de Gaulle por su generosa ayuda a las fuerzas francesas. Por esos años, acudió a la Clínica Mayo de Estados Unidos para restablecerse de las secuelas que le produjeron las torturas que sufrió. A su vuelta, retomó su vida anterior a la guerra y creó una empresa de chapados, otra de textiles y participó en la fundación de una compañía de seguros. Prosiguió también su carrera política, siendo elegido diputado nacional.

Desde el verano de 1949 hasta mediados de 1950 marchó a Europa por motivos empresariales y oficiales en las que vistió el uniforme de coronel, empleo al que había sido ascendido desde su primera alcaldía. En este largo viaje, pasó largas temporadas en España viviendo entre Madrid, Alicante y Xàbia. Como su prestigio era bien conocido, la prensa nacional se hizo eco de su llegada.

A finales de 1949 viajó a Alicante, porque quería conocer su tierra natal. Fue recibido con todos los honores en el Ayuntamiento. Ofreció un valiosísimo obsequio al consistorio y después visitó sus dependencias. Se detuvo especialmente en el Salón Azul, admirando su ornamentación y su sillería. Ese día hizo unas declaraciones en que reafirmó su alicantinidad y reveló que fue bautizado en la iglesia de Santa María; y cuando fue preguntado qué le parecía la ciudad, alabó su limpieza y su agradable clima.

Al año siguiente se desplazó a Xàbia, donde fijó su residencia durante varios meses. Se presentó con su esposa, seis de sus hijos, la tata, su secretaria y la servidumbre que acarreaba treinta grandes baúles y una veintena de maletas. Asimismo, hizo traer de Filipinas su espectacular Cadillac descapotable. Rápidamente se integró en la vida del municipio y lo primero que decidió fue potenciar las fiestas en honor a Jesús Nazareno, de especial devoción en la villa, que se celebran a primeros de mayo. Patrocinó ocho días de bous al carrer (el doble de sesiones de las habituales), un castillo de fuegos artificiales, una cordà y, por la noche, bailes y saraos. Y al mes siguiente dieron comienzo las primeras Fogueres de Xàbia y, como era de esperar, el ilustre visitante fue su benefactor. Casualmente, ese año 1950, tanto la Reina de la Foguera de Xàbia, Mª Teresa Calzada Rubio, como la Bellea del Foc de Alicante, Paquita Ribes Bas, fueron xabieras. 

En 1954, fue nombrado cónsul honorario en Alicante, permaneciendo una vez más largos periodos en España. A principios de 1965, realizó un viaje a Filipinas, donde falleció de forma repentina el 6 de marzo. Su muerte conmocionó a su patria de adopción que lo honró con funerales de Estado.

Mi agradecimiento a los biógrafos de Tomás Morató por facilitarme diversa documentación escrita y fotográfica que no figuran en el libro.

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