vals para hormigas / OPINIÓN

Solos en el cosmos

31/03/2021 - 

Un estudio de la Universidad de Oxford dice que la posibilidad de que los humanos seamos la única especie inteligente de todo el universo conocido es prácticamente una certeza. Lo cual nos convierte en los únicos seres capaces de taponar el canal de Suez con un carguero de gran tonelaje. Lo cual nos convierte en una especie no del todo inteligente. Y volvemos a empezar. El informe de Oxford nos prepara para el eco sin respuesta ahora que somos capaces de dar voces por el espacio exterior. No hay nadie. La prueba de ello es que ni los trabajadores de Suez que hacen turno de noche son capaces ya de avistar platillos volantes bajo las estrellas, circunstancia que, curiosamente, se repite desde que existen los móviles con cámara. Ahora que podemos inmortalizar estelas galácticas y apariciones marianas, resulta que descubrimos que estamos solos. Que llegaremos, probablemente, a combatir con naves ardiendo más allá de Orión. Que los rayos-C de la puerta de Tannhäuser los emitiremos nosotros. Y que todos esos momentos se perderán en la lluvia como nuestras propias y únicas lágrimas. En el fondo, Roy Batty, el replicante de Blade Runner, ya nos lo estaba advirtiendo.

En conclusión, que llegará el momento en que todos los países adopten las medidas de Reino Unido y Japón y acaben creando también un Ministerio de la Soledad. Tan melancólico, tan crepuscular, tan de canción de Sabina. Tan triste, si queremos, tan humano. Un gabinete público dedicado a prestar oídos a quien lo necesite, a buscar compañía a quien la pida, a detectar, antes de un mes, la muerte de una persona que vive sola o en compañía de sombras, que no es exactamente lo mismo. Oxford hace números, nos cataloga como la única especie capaz de trenzar redes en la distancia de toda la galaxia, capaz de inundar hasta la tundra rusa con cableado de fibra para que la wifi llegue hasta el último pueblo de Siberia, hasta ese estudiante que buscaba señal en la copa de un árbol. Y nosotros nos distanciamos cada vez más. Unos por acción. Y otros, lamentablemente, por omisión.

 Hemos llegado a un punto en que es la distancia interpersonal la que nos salva la vida, de hecho. También hemos llegado a un punto en que la unión de esfuerzos ha conseguido crear una vacuna contra el virus en apenas un año. Salvo que Oxford dictamine lo contrario, también somos la especie más contradictoria del cosmos. Los japoneses aseguran que en unos años, el 40% de sus viviendas estarán ocupadas por una sola persona. Un mediterráneo añora la vuelta de los abrazos a la vida cotidiana. Un nórdico puede pasarse la vida entera sin dar siquiera un apretón de manos. La generación que se ve incapaz de encerrarse en casa sin salir de fiesta para evitar contagios es la misma que lleva años interrelacionándose por vía telemática. Somos la especie que reza por volver a abarrotar las playas para, así, poder volver a ligar a través de Tinder. No sé si en la realidad estamos solos en la galaxia. Pero, desde luego, como protagonistas de un relato de ficción, somos apasionantes.

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