Series y televisión

EL CABECICUBO

Dark Net, documentales asustaviejas sobre Internet

Showtime emite una serie de documentales sobre los alcances de Internet que, además de pecar de sensacionalistas, contienen errores de bulto muy reaccionarios

VALENCIA. Primero fueron los juegos de rol. Quienes se reunían para rescatar princesas tirando un dado en una habitación eran asesinos en potencia por un crimen que cometió un tío que, vaya, jugaba al rol. Mucho se habló en los medios del fenómeno, pero pronto fue eclipsado por algo de mucha más envergadura: internet. 

No hay que ser muy viejo para recordar esos talk-shows a los que acudían invitados que habían encontrado a su pareja por internet. Era algo corriente encontrar al típico chaval que merecía una entrevista porque estaba enamorado de una chica que había conocido en la otra punta del país chateando. No recuerdo si ya se llamaba a la gente "friqui" en aquella época, pero se les mostraba como verdaderos monos de feria. 

Después se pensaba que en Internet solo había manuales para hacer bombas o recetas para venenos infalibles. Existía la sensación de que cualquier locura que cometiese algún insensato podía tener como pretexto: "ejque me lo ha dicho internet". 

Pero el tiempo pasó, a la red se hicieron hasta los más viejos del lugar, ahora convivimos con ella más que con nuestra ropa interior y no hay ningún atisbo de anormalidad en ello. Por eso la serie de documentales que ha lanzado Showtime, 'Dark net', a estas alturas de la vida nos dejan un poco asombrados. Vienen a decir eso que se deslizaba antiguamente en los medios: "Señora, en Internet le espera la muerte". 

Lo más grave es el equívoco. Con la sinopsis en la mano -"Documental que explora los lugares más recónditos de la red y la gente que los frecuenta. Una visión reveladora sobre un mundo cibernético raramente atestiguado por la mayoría de la gente corriente"- uno se esperaba que la serie tratase sobre Dark web, deep wep, la red anónima Tor y estas formas de navegar supuestamente en absoluto secreto. Se supone que todo o casi todo se puede conseguir en ellas y bien merecerían un buen documental, pero no. Qué va. Estos capítulos son un clásico asustaviejas.

En la primera entrega se habla de parejas. Comentan que si encuentras a alguien por internet puede ser muy bonito al principio, pero que luego por donde ha llegado esa persona se puede ir igualmente. Hay muchos corazones rotos, fracasos amorosos a tutiplén, dicen. En principio, como en la vida real. 

Pero la cosa no va por ahí. Resulta que lo que vienen a decirnos es que si tenemos relaciones, Internet mediante, corremos el riesgo de sufrir una venganza digital. Es decir, que todas las fotos que le hemos mandado a esa persona desnudos, a veces jugando con hortalizas, se publicarán en Internet. 

El testimonio no es para reír. De hecho, es un problema muy serio. Fotos íntimas de una persona circulando por la red hasta el infinito es una verdadera desgracia. Es aquí donde mencionan Deep wep. Dicen que hay hackers que se dedican a borrarlas de todas las partes donde están subidas. Según cuenta la entrevistada, cada vez que conseguía que en un portal borrasen una, volvía a aparecer en decenas. 

El problema es que, ante eso, la solución no pasa por no encontrar pareja por internet. O por no tener cibersexo. Si no con, por lo menos, tener el cuidado de cuando realizamos alguna actividad de este tipo no rular nunca fotos en las que se nos vea la cara. Vamos, un consejo así parece de más sentido común que privarnos de un campo de acción para encontrar pareja que abarca todo el planeta Tierra. Casi parece una táctica de secuestro. Una amenaza provinciana. Bájate al bar de tu pueblo a ligar nada más con lo que veas allí, que si no Internet se llenará de fotos tuyas en porretas. 

El otro caso que nos plantea también tiene un matiz un tanto catequista. Un joven cuenta que empezó a ver pornografía en internet a los 15 años, que vio más cosas de las que le gustaría y que eso le llevó a tener relaciones sexuales extremas, de sadomasoquismo eminentemente, y que preferiría tener una relación normal, pero...

Pasan por alto que quizá ese joven lo que descubriera en Internet no fuesen burradas extremas que le volvieron loco, sino a sí mismo, que es alguien a quien no todo el mundo tiene el gusto de conocer. 

Este hombre era sumiso. Y encontró un ama. Iniciaron una relación de sadomasoquismo, la cual se presenta como algo terrible. Ella le tiene controlado por el smartphone. Dice que gracias a los teléfonos de última generación, le permite dominar a su pareja sexual las veinticuatro horas. En su caso, le obliga a llevar una jaula o dispositivo masculino de castidad permanentemente y no le permite ni tener una erección. Ella, sin embargo, lleva una vida sexual alocada y también al límite. Cualquiera diría que se han encontrado el uno al otro y que son felices, pero de lo que nos quieren alertar es de que cuidado con empezar a ver porno de adolescentes. Al menos, eso parece. "Sin internet no hubiese sabido que esas cosas existían", remata el infeliz. 

La verdad es que, desgraciadamente, el enfoque está muy equivocado cuando el potencial que tenía el tema de los documentales era mucho mayor. Se tratan aspectos interesantes, como los implantes tecnológicos, o como estructura nuestro cerebro el mero hecho de navegar durante años, pero no es nada que no haya aparecido ya explicado con mucha más profundidad en otros programas o documentales. Aquí, a veces, incluso arqueamos la ceja cuando vemos a una persona que sufre "electrohipersensibilidad". 

No le vamos a pedir al documental que haga lo que no hizo Pablo Iglesias en el Parlamento Europeo cuando instó a "solucionar la desprotección y vulnerabilidad infantil ante el despliegue de tecnologías inalámbricas en el ámbito educativo", pero convendría saber que no existe enfermedad alguna relacionada con el Wifi o las redes de telefonía móvil. Si acaso, un trastorno psicológico relacionado con las fobias

La mujer denuncia que tuvo que dejar su trabajo y que su matrimonio se está resintiendo porque periódicamente debe acudir a una zona de Estados Unidos en la que parece que está certificado que ahí no hay Wi-Fi alguno, que está libre completamente. La mujer tiene un problema y eso es obvio, pero no se la puede presentar como una consecuencia del avance de internet así sin más. 

En fin, tal y como se inician los créditos de South Park, este documental "les recomendamos que no lo vean". 

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