Hace unos meses (aunque parezcan años), dos accidentes laborales muy diferentes causaron un impacto significativo en las poblaciones cercanas al lugar del accidente. Uno de ellos, la explosión en una petroquímica en Tarragona; otro, el derrumbamiento de un vertedero en Zaldíbar (Todavía a día de hoy continúan las tareas de búsqueda de los cuerpos de los dos trabajadores atrapados, ojalá puedan localizarlos pronto). Además de lamentar la pérdida de vidas humanas (evidentemente), en ambos casos, las poblaciones cercanas al lugar del accidente salieron a la calle a manifestarse por las consecuencias que sobre su salud estaban generando estos accidentes, a lo que se unía la lógica exigencia de medidas para que, esta situación, no volviera a repetirse, y en general, a manifestar la inseguridad que les generaba la sospechada insuficiencia de las medidas implementadas en protección de su salud frente a los riesgos de ciertas actividades empresariales en su lugar de residencia.
En mis clases del Master de Prevención de Riesgos Laborales reflexionamos sobre los orígenes de la disciplina, muy vinculada al de la seguridad social, el movimiento sindical y algunos derechos laborales ahora básicos, como la limitación de la jornada o el descanso semanal, dedicando un tiempo a detenernos en analizar cómo algunos de los accidentes laborales más graves de la historia han significado, al mismo tiempo, un grave problema de salud pública, afectando a la vida, en un sentido amplio, de regiones enteras, contaminando aire, agua y tierra. Por eso, insisto a mis alumnos y alumnas de la relevancia de una prevención de riesgos que, para resultar verdaderamente eficaz, socialmente eficaz, debería dejar de emplear el calificativo de laboral, para adquirir el de global, de manera que la disciplina pasar a denominarse y conocerse como Prevención de Riesgos Globales. Para que esto ocurra, entre los principios preventivos habrían de tenerse en cuenta también las consecuencias sobre el entorno social y medioambiental de un posible accidente laboral. Esta nueva perspectiva, aparte del evidente cumplimiento de la legislación en vigor, exigiría la colaboración entre la empresa y la sociedad en la que dicha empresa desarrolla su actividad, en un ejercicio de responsabilidad social colectiva.
Inevitablemente, la actual situación de pandemia nos lleva a poner la salud como prioridad absoluta, prioridad que no debería desaparecer, sino, por el contrario, constituir el origen de un nuevo concepto de la prevención de riesgos sobre la salud, entendida ésta, como señala la OMS, como un concepto global, no susceptible de ser dividida entre salud laboral y salud no laboral. La empresa que no entienda que Calidad, Prevención de Riesgos y Responsabilidad Social son conceptos inequívocamente unidos, tiene menos posibilidades de prosperar en una sociedad que va a estar muy pendiente de las cuestiones relativas a la salud y la sostenibilidad en sus decisiones de consumo.
A día de hoy, resulta imposible calcular cuánto va a cambiar nuestros hábitos esta desesperante emergencia sanitaria, que nos mantiene encerrados y desconectados físicamente de quienes nos rodean. Lo que sí parece una consecuencia inevitable es que las empresas habrán de concebir la prevención de riesgos sobre la salud de sus trabajadores no tanto como una obligación legal, sino como un elemento imprescindible de su colaboración a la salud global, dentro de una gestión social y medioambientalmente responsable de su actividad. Y así deberán entenderlo también los Gobiernos, que deberán concebir las normas de salud laboral como un elemento imprescindible de bienestar social. Hoy más que nunca es evidente que la salud es única, y, ante todo, colectiva. Sólo desde esta concepción global y desde la colaboración público-privada podremos desprendernos de este miedo del que se ha contagiado la sociedad occidental, erróneamente confiada en que las pandemias eran cosa de países muy, muy lejanos y, por supuesto mucho menos “desarrollados”. Pero, sobre todo, sólo de esta manera podremos cuidar nuestra salud, la de los demás y la del planeta, que falta hace.