Revista Plaza

ARTÍCULO COMPLETO - ENERO 2015

¿Cachorros de partido o... jóvenes renovadores?

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VALENCIA. A un miembro joven de partido con ínfulas de continuidad, los que no estamos al tanto de lo suyo tenderemos a verlo como a un pasajero en tránsito frente a la cinta de maletas del aeropuerto, dispuesto a comerse el futuro, esperando que caiga la suya, pero sin saber si la maleta acabará apareciendo o se perderá por el pasado de las viejas glorias.

Esta vez los que vienen -o acaban de llegar- son cinco, los cinco, y han sido vistos juntos en un sofá. Representantes de los partidos políticos valencianos en foto fija, con voluntad de estrujar sus intenciones de futuro, tomando muestras de qué nos espera con ellos. Para el quórum hubo que remover Roma con Santiago, continuas enmiendas a la fecha definitiva y riesgo de disolución. «¿Mañana al mediodía?», «uff, imposible... Que no, que es broma, sí puedo». Y así con todo.

Esther López BarcelóLa alineación: Belén Hoyo del PP, la parlamentaria más joven del Congreso de los Diputados; José Muñoz, secretario general de Joves Socialistes; Fran Ferri, parlamentario y expresión de la savia nueva en Compromís; Esther López Barceló, treintañera reciente, candidata de Esquerra Unida a las autonómicas por Alicante; y Álex Rodríguez, hombre portavocía en Podemos Valencia. Déjense los discursos en casa.

La nueva transición -nuestro animal mitológico favorito- los señala con el dedo. Saltad al campo. Algunos de ellos tienen a su equipo en posiciones de descenso. Si no estás acostumbrado a luchar por las plazas bajas, el mal rollo impregna la plantilla. Les toca revolucionar el juego o terminarán fuera de las alineaciones.

Cuando se unen los cinco en un piso franco de Àngel Guimerà parecerán el elenco de Sensación de Vivir. El más nuevo, el de Podemos, llega el último. «¿Quién es?». Puestos a elegir aposento para la foto individual, Hoyo (PP) se inclina por el taburete tras periodo de dudas, López Barceló (EU) pide sofá, Muñoz (PSPV) el sillón blanco, Ferri (Compromís) una silla decimonónica y a Rodríguez (Podemos) le toca en suerte el sillón más señorial, bien de orejas. «Cuidado Alex, que ese sillón es casta», se escucha al fondo. Tienen entre 26 y 31 años. Y si a la política valenciana le está mudando la piel, a ellos les cambia la voz a merced de la pubertad militante. Cachorros de partido o jóvenes renovadores.

José MuñozCambio de escenario. Edificio Europa, el mamotreto viendo a la Avenida de Aragón de Valencia. Allí está la sede de la auditora Deloitte, una de las Big Four. Allí trabaja José Muñoz (1985), desde hace cinco años miembro del staff de la marca neoyorquina, desde hace dos responsable de los jóvenes socialistas. Allí de vez en cuando, en tono de chanza y entre los pasillos, compañeros maliciosos le lanzan un: «¡Podemos! ». Muñoz, en traje desde las nueve de la mañana, lleva siempre una muda ‘de calle' en el coche. «Trabajar en una empresa como Deloitte me ha servido en política para ser más práctico, para prometer lo que pueda cumplir. No le puedo prometer a una empresa que va a salir del concurso de acreedores en un día», resuelve de primeras. «Me ha servido para ver la realidad económica, qué se puede hacer y qué no. Llegar a creer que sólo tu idea es la correcta provoca que luego haga agua por todos los costados».

La primera vez que en su empresa se enteraron de ‘lo suyo' con los socialistas fue por culpa del telediario de TVE. «Mi jefe vino y me dijo: ¿puede que te haya visto en el telediario con Elena Valenciano?». Había llegado el momento de contarlo. «Tenía miedo de que pudiera suponer un problema, pero nunca lo he tenido desde entonces». En 2015, y según si la maleta acaba apareciendo por la cinta o no, tendrá que tomar una decisión: «empresa o política. Si tienes una responsabilidad política creo que tienes que estar al cien por cien».

Fran FerriLA POLÍTICA, UNA VOCACIÓN

En las torres de Quart, entrando a la ciudad de siempre (o saliendo, según) espera Fran Ferri (1984), mitad diputado de Compromís, mitad ingeniero en la cadena de suministros, planificación y estrategia (explícamelo otra vez, Fran) de Johnson Controls, un gigante de Wisconsin que en Valencia fabrica asientos para la Ford. De Les Corts al polígono de Vara de Quart. «Me gusta cómo estandarizando algunos elementos reduces grandes costes», resume. A Ferri sus escarceos políticos le valieron para conseguir curro. «Todos tenían un currículum parecido al mío (ingeniería, inglés, alemán...), pero me cogieron por mi experiencia como tesorero en organizaciones sociales, por mi activismo...». Y aquí va el dato: «soy el único de los 180.000 empleados de la empresa que tengo un contrato laboral de dos días a la semana, la única forma de compatibilizarlo con mi vida parlamentaria».

Ferri, que hace arroces a sus amigos los domingos de resaca tras noches en el Nylon, se iba a ir a trabajar a Alemania cuando fue elegido diputado por Valencia, una noche del 22 de mayo. «Estaba en el colegio Carles Salvador de Benimaclet y me quedé en shock». Ya no te vas. La paella que tenía encargada para despedirse de sus compañeros de curro se tornó celebración. ¿Y en 2015 qué? «No descarto irme a Alemania... Estoy en un momento en el que no sé si centrarme en la política o en mi trabajo. Estoy dejando que las circunstancias tomen una decisión que debo tomar yo».

Belén HoyoJueves, tren de las 19:20. El AVE de los políticos llegando de Madrid. Los diputados valencianos vuelven a casa. Espero a porta gayola a Belén Hoyo (1984). Dos hijas (de cuatro y un año), vecina de Nou Campanar, a la que se le inoculó la política en casa vía CDS, en el que militaba su padre. Licenciada en Derecho y Ciencias Políticas, quería ser fiscal pero el frenesí universitario fue llevándola hasta ser bandera de la juventud del PP. «Siento asco cuando aparece un nuevo caso de corrupción en mi partido. Por su culpa quizá mis hijas no puedan decir a qué se dedica su madre», vuelca firme en la terraza de un bar junto a la estación.

A pachas entre el AVE, el Congreso de los Diputados y su partido, apenas tiene tiempo para ver a sus amigas, «muchas de ellas de izquierdas». El fin de semana lo dedica íntegro a ir de acto en acto, «cuando acaban y suena el himno de la Comunidad Valenciana, es el momento más especial, a veces lloro». Los inicios, en cambio, pueden deparar complicaciones: «al entrar hay veces que me gritan y cae algún huevo junto a mí, y me pregunto: ¿qué he hecho yo? Por trabajo y honradez no será». En Les Corts, «primer piso, justo aquí arriba», el despacho donde Esther López Barceló (1983) me acoge entre enmiendas. En el instituto era la Mafalda, «porque siempre clamaba a la revolución». Acaba de ser elegida candidata de EU por Alicante. Su primera pasión en la vida vino por los cementerios, visitándolos junto a la iaia. Y de ahí, a estudiar Arqueología. Dos másteres, el último de Antropología Física y Forense. «Como Bones». Becaria en el Museo de Arqueología de Alicante, becaria en empresas de arqueología, becada en el yacimiento arqueológico de un pequeño pueblo junto a Roma. «Todo sin cotizar. Toda la indignación de la que otros hablan porque la han visto desde el telediario, yo la vivo en la calle».

A los 19 años conoció a un antiguo guerrillero antifranquista que le abrió la vereda. Formaron un tándem para ir contando en crudo la memoria de cole en cole. A los 20 estaba de voluntaria en la primera excavación en una fosa franquista. «Este verano estuve en otra, pero no pudimos encontrar nada, aunque intentábamos excavar tierra con los dientes». Terminó en Esquerra Unida por inercia. «Es mi lugar en el mundo». De ahí, a la arqueóloga en las cortes. «No nos presentamos para ser muletilla de nadie», revela sobre el porvenir.

Álex Rodríguez DE LA TUERKA A PODEMOS

Abran paso al de Podemos. Álex Rodríguez (1988) está junto a la parada de metro de Guimerà. «Ya estoy aquí», dice llamando por teléfono. «Sí, soy yo, detrás de tu espalda». Rodríguez, desde L'Olivereta-Mislata, escribía textos políticos, brotándole la adolescencia, en un fanzine de cuyo nombre no puede acordarse, juega al fútbol en el río («pivote defensivo, interior izquierdo... depende»), estudia Ingeniería Electrónica en el campus de Burjassot y es uno de los que agita Podemos en Valencia. «Mi vida se resume en ir a reuniones, ir a clase y ejercer tareas de portavocía».

En clase todavía no saben lo suyo con Podemos. «Si algún día un profesor me ve en una entrevista no sé si me dará un capón o se alegrará... aunque es más probable que me den apoyo». Todo comenzó en otra facultad, la de Filosofía. «Nos reuníamos desde enero en la antigua cafetería... cuarenta personas. Cinco meses después éramos más de mil en el tinglado del Puerto». Procedente de «espacios asamblearios» como La Pilona, tradicionalmente reticente a luchar por entrar en las instituciones («entrar en la política en mayúsculas da miedo y dan miedo; te tienes que enfrentar a contradicciones, moverte en reglas que no has escrito tú»), a este seguidor de La Tuerka el chip le cambió a partir de la presentación de Podemos en Valencia el pasado enero, en la facultad de Filología. Saltándosele una media sonrisa, desliza el que aparenta ser su mensaje favorito: «En 2015 veo a Podemos en el Palau de la Generalitat».

DEBATE ALREDEDOR DEL SOFÁ

Fuera del sofá los cinco miran de reojo, qué remedio, a los de al lado. «Los votantes deben plantearse en qué lado del muro de Berlín quieren estar», afirma la popular Belén Hoyo. Y continúa: «comprendo que ante la desesperación quieran algo nuevo, pero es necesario que lean bien las iniciativas de Podemos; los primeros que deberíais estar preocupados sois los medios de comunicación».

«Seguramente Podemos me hubiera seducido si hubiera existido cuando yo quise entrar en política», adelanta Fran Ferri. «Muchas de las propuestas que ellos proponen ya las hemos propuesto nosotros.

Tenemos muchos puntos coincidentes... pero falta que Podemos diga qué opina del modelo territorial, de las lenguas cooficiales, de la soberanía...», extiende el diputado de Compromís. Sobre aquéllos, Álex Rodríguez, de Podemos, valora: «aunque no voté en las anteriores elecciones, Mónica Oltra me merece todo el respeto, ha hecho un trabajo muy bueno, pero Compromís no me convence».

«La irrupción de Podemos, la ilusión que genera, me plantea reflexión en torno a lo que hacemos», se sincera Esther López Barceló, «han sabido comunicar mejor». El socialista Muñoz, que se hizo del ‘soe' en la cafetería de Tarongers cuando Zapatero, se revuelve al escuchar, a los que como él, les llaman casta: «soy todo menos casta. La política me cuesta dinero. Es injusto que se utilice para hacer daño hacia quienes no lo son, porque el mensaje viene de otra casta, una casta de profesores de la Complutense. Yo estoy más habituado a los problemas reales que ellos».

¿Y qué hay de los vuestros? Sobre los suyos Ferri -cuyo primer contacto con Compromís, en su génesis, fue cuando quiso extender su activismo LGTB, «y entonces me pasaron el contacto del secretario general del Bloc Jove, a través de una aplicación para ligar»- ve a su formación a las puertas de un tiempo por llegar, donde las distintas enseñas de la coalición «son a veces losas para avanzar, nos hacen perder frescura... podemos cagarla». Frente a ello, marca común: «Antes se nos veía como demonios con cuernos y rabo, y a través de Compromís hemos llegado con un mensaje fresco». Y culmina: «Me gustaría que Compromís fuera un partido único, en el que todos tuvieran el mismo derecho a participar independientemente de las distintas corrientes».

«Antes nos criminalizaban y ahora somos los más preparados para el cambio», dice López Barceló sobre EU. Y mira a la tele: «no sé cómo hacer para acceder a la brecha comunicativa, poder entrar en grandes medios...». Tras la próxima legislatura, donde le gustaría aparecer es entre yacimientos: «poder dedicarme a mi profesión por primera vez porque haya un sistema que me lo permita».

SI YO FUERA PRESIDENTE...

Preguntada Belén Hoyo por un personaje especial en su trayectoria, selecciona a Alfonso Rus, «un político en mayúsculas», y desliza varias correcciones internas: «quizá en el PP no estamos transmitiendo bien que somos el partido con los mejores gestores», «vivimos una crisis política -afortunadamente de la económica estamos saliendo- y el gobierno ha tomado medidas, pero no es suficiente».

José Muñoz, que cree que Zapatero debió dimitir ante el mayo de las imposiciones europeas, se relame al escuchar las críticas de los «dirigentes históricos del PSOE» ante el rejuvenecimiento de la dirección. «Eso es que lo estaremos haciendo bien». ¿Pero qué les falta, Muñoz, a los tuyos? «Nos falta épica. Mientras que Podemos apela a la épica del cambio de sistema, nosotros deberíamos seducir con la épica de encontrar solución a los problemas de la gente, no con utopías que no pueden cumplirse, porque luego viene la decepción. Nos falta ponerle sentimiento, sufrir más con la gente».

Si Podemos es como un terrario acristalado de hormigas formando sus conductos, Álex Rodríguez es una de ellas, viviendo por dentro. «En lo inmediato -traza sobre su propia construcción- debemos resolver el encaje entre el consejo ciudadano (dirección) y los círculos (tejido social). Porque existe el riesgo de que se queden desacompasados». Vendrán también los días de señalar a las hormigas reinas del Podemos valenciano. «Para situar caras tendrá que haber un equipo coral y los criterios se basarán en razones técnicas». ¿Y tú, Rodríguez, serás una de ellas? «Si he querido tomar partido, creo que podría dar un paso adelante, pero está supeditado a lo que se decida», responde cauteloso. La noche de las elecciones europeas los suyos quedaron en un bar de la plaza del Cedro para seguir el escrutinio. «Tuve una sensación de gran alegría pero de gran responsabilidad ante lo que venía a partir de entonces...». Esa noche no pegó ojo.

Para los cinco el futuro es una marca de agua escrita en mayúsculas en sus tarjetas de visita. Vayamos a él. ¿Qué harían en un hipotético desembarco en el Palau de la Generalitat?

(Artículo extraído del número de diciembre de la revista Plaza)

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