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 “UN MUNDO APARTE. 50 VISIONES CINEMATOGRÁFICAS SOBRE LA CREACIÓN LITERARIA” 

Raúl Cornejo: “El acto de la escritura no deja de ser un acto irracional radical, cercano a la locura”

23/09/2018 - 

ALICANTE. Raúl Cornejo (Alicante, 1981), periodista de profesión y de formación, ha dirigido gran parte de su corta (por joven), pero intensa trayectoria al mundo de la cultura y el cine en particular, con sus colaboraciones en medios como el propio grupo Plaza, sus coberturas del Festival de Sitges o su participación en el jurado del Festival Internacional de Cine Independiente de Elche. Creador del blog y podcast /Vivir Rodando/, medio premiado que se ha convertido en una de las visitas imprescindibles para todo aquel que quiera estar al tanto de la actualidad cinematográfica. Fruto de este bagaje, recibió el encargo de escribir uno de los títulos de la colección de Filmografías esenciales de la Editorial UOC, y el sábado 22 de septiembre ha estado presentándolo en la librería Pynchon & Co, en compañía del crítico e historiador cinematográfico José Francisco Cámara y de un servidor.

“Jordi Sánchez Navarro, director de la colección, hizo una prospectiva para localizar posibles autoras para esta colección de Filmografías esenciales de la Editorial UOC. Yo le propuse algún nombre y él, además, consideró que yo debería incorporarme a la nómina de autores, un par de años después de esto. Me llamó y me dijo: ‘dime temas’, jeje. Bueno, realmente me pidió que le propusiera temas y también me ofreció acogerme a alguno de los que ellos ya tenían previstos en cartera, y todavía no tenían a nadie adjudicado. Yo le envié unos ocho temas, le dije cual era el enfoque que iba a adoptar con ellos, y él eligió el de la creación literaria… que es justo el que yo, en el fondo, sospechaba que iba a elegir. Cuando le envié la sinopsis, ya había corregido ‘libro sobre escritores’ por ‘escritura/creación literaria’, quería evitar, dentro de lo posible, que fuera un libro sobre biopics de escritores, aunque en el resultado final aparezcan algunos. “De todas formas, ahora me alegro mucho de que eligiera este, porque recuerdo que los otros no sé muy bien cómo los hubiera enfocado. Le había propuesto deporte y cine, y ahora en perspectiva pienso que quedaba muy tópico, farragoso y un poco aburrido, pero lo habría hecho porque tal vez es el tema para el que más retos tenía que asumir, por la cantidad de cine que hay dedicado al deporte y los muy diversos enfoques y subgéneros. De los otros temas propuestos, ‘cine y sexualidad’ y ‘cine y amor romántico’ son los que más me habría gustado hacer, aunque este último habría podido ser interminable”.

Desde “La sangre de un poeta” (1932) de Jean Cocteau hasta “El autor” (2017) de  Manuel Martín Cuenca, pasando por éxitos tan reconocibles como “Cyrano de Bergerac” (1990), “Barton Fink” (1991) o “Paterson” (2016), junto a obras más desconocidas, como “Los peces rojos” (1955), “Sed eterna” (1957) o “Poesía” (2010).

- Lo primero de todo:  ¿cómo ha sido el proceso de selección? ¿Cómo dejas fuera títulos que en algún momento te has planteado que entren, como “Jóvenes prodigiosos”, “El editor de libros” o “El escritor”, de Polanski, al que sí incluyes “La Venus de las pieles”?

El primer paso, una vez el proceso de investigación y documentación se ha unido al bagaje con el que yo contaba, seleccionar aquellas películas que aportan un elemento diferente, una visión propia, al tema tratado. Lo del bagaje viene muy bien, porque dada mi especialización ya partía con un buen número de títulos, pero había que ser modesto y tener claro que iba a encontrar muchas películas que no conocía. Partí de un núcleo duro de películas, como  “Los peces rojos”, “Neruda” o “Patterson” que debían estar, sí o sí, y otras que fueron entrando en un proceso de descarte. De hecho, dos de las que citas, “Jovenes prodigiosos” y “El escritor” formaban parte de manera natural de ese núcleo duro, y al final las descarté porque tras revisionarlas, descubrí que únicamente trataban el tema central del libro, la creación literaria, de manera tangencial, como “Manhattan”, de Woody Allen, por cierto bastante bien representado en la lista final, con dos obras, “Desmontando a Harry” y “Balas sobre Broodway”.

- ¿Qué es lo mejor y lo peor de este formato?

Lo mejor es que es un formato cerrado, y siendo mi primer libro, eso se agradece, tienes un patrón al que atenerte: tantas palabras para la introducción, tantas para cada película, para la documentación. Aunque se trate de un tipo de ensayo, es un libro muy periodístico, muy documentado. Lo peor: que es un formato cerrado, porque ya puestos, la introducción podría haber sido más larga, el espacio dedicado a los films, las citas. En conclusión, este formato, para mí, ha tenido más ventajas que inconvenientes. 

- ¿Y ha sido fácil poder acceder a todas ellas?

Este libro hace unos años no se habría podido escribir. El acceso a un cierto tipo de cine no es fácil. Las bibliotecas, por ejemplo, han sido una de las fuentes principales para conseguir pellículas, ya que las bibliotecas públicas en especial tienen un estupendo catálogo de cine, pero es cierto que si no fuera por plataformas como Filmin o alguna conocida tienda virtual, no habría sido posible.  Aún así, hay alguna película que no he podido ver, que puede que finalmente no hubiera entrado, pero que no la he podido valorar.

- Hay una dificultad intrínseca en mostrar el acto de la creación literaria en la ficción audiovisual, como la hay para mostrar el acto de la lectura y que no resulte demasiado estático.

Sí, pero es que la lectura también es creación literaria. De hecho, ese era el reto del libro. Soy muy machacón en el libro, repitiendo una y otra vez lo difícil que se recrear en el cine la creación literaria. David Cronenberg ya decía, cuando estaba preparando su película sobre “El almuerzo desnudo”, de William Burroughs, que no había películas sobre creación literaria, porque lo que hacían las películas era mostrar a un tipo escribiendo. Nadie entraba en la mente. Había películas que mostraban la vida de un escritor, y se entendía que eso era una película sobre creación literaria, porque la vida influye en la obra, etc., pero en realidad es mentira, porque no hablan sobre el desarrollo técnico de la obra, sobre cómo se crea. Lo que hace el cine es acercarse al estado, al ambiente, de lo que es la creación literaria. Monta la escenografía, habla de la experiencia, pero asumir lo que es la creación literaria, es tal vez un imposible, porque es lo más íntimo que se puede hacer en el terreno del arte. En cualquiera de las otras artes, escultura, pintura, no digamos ya el propio cine, siempre hay un testigo.

- Eso entronca con un estado de ánimo muy propio de los escritores, el “síndrome del impostor”, porque no hay nadie, en primera instancia, que valide su trabajo, fruto de la soledad absoluta en que se produce la creación.

¿Y cómo muestra la soledad el cine? Ese era el reto. Y lo que hice fue coger películas que desde distintos puntos de vista se acercaran a mostrar ese proceso creativo. Debido a esas diferentes perspectivas, en el libro hay un buen montón de películas que no tratan directamente la creación literaria. Por eso son 50 visiones cinematográficas sobre la creación literaria, no las 50 mejores películas imprescindibles de escritores. Se muestra al escritor escribiendo, se muestra cómo los personajes pueden cobrar vida, el papel de los lectores, de cómo la creación puede influir en tu vida…

- ¿Incluso de la figura del escritor que no escribe? Y como ejemplo de ello siempre me viene a la mente la figura de Joe Gould recreada por el periodista Joseph Mitchell. Un escritor que tiene la mente siempre trabajando en la escritura, que proyecta la imagen de escritor, pero que se acaba descubriendo que no ha escrito ni una sola línea, un escritor sin escritura, sin obra.

¿Pero es que la creación literaria es solamente dejar constancia de un texto sobre un papel? Con que estés imaginando, ya estás haciendo literatura. Podemos traer aquí una de las películas reseñadas en el libro, “The Pillow Book”, de Peter Greenaway, que de lo que trata es de la caligrafía, del aspecto creativo de la caligrafía, de su erotismo. Incluso esta reflexión sobre un aspecto formal es creación literaria. Que alguien piense una historia ya es creación literaria. Debemos huir del tópico del escritor torturado, con un vaso de whisky y un cigarro, escribiendo, reescribiendo, y para el que el cine sólo utiliza una sola técnica narrativa, la elipsis.

- Sin embargo, esa imagen icónica se la debemos, sobre todo, al cine.

Sí, nos trae una imagen interesante, pero que se ha acabado convirtiendo en un cliché: Bukowski rodeado de hojas en un bar. Pero si no vemos lo que hay en las hojas de Bukowski, nos da igual, puede ser interesante el conflicto interno del factor humano, pero no nos dice nada de la creación. A menudo el cine juega a que mostrarnos la vida de un artista es mostrarnos su arte, pero no es así.

- Siempre se ha dicho que es más fácil escribir sobre la desgracia que sobre la felicidad.

¿Pero cómo trasladar el origen de ese sufrimiento a la pantalla? No resulta demasiado cinematográfico. “Barton Fink”, que es considerada una película canónica de este “género”, de lo que en realidad habla es del proceso de la no escritura, del bloqueo de escritor, del vértigo a la página en blanco. “Patterson”, sin embargo, una película que habla sobre la alegría de vivir una vida muy sencilla, nos muestra mucho mejor el proceso de creación literaria que otras que nos venden a un autor torturado y que gracias al sufrimiento puede crear.

- Obra que tampoco explica, realmente, otro de los grandes enigmas, ¿por qué se escribe?

Y es más, si un autor necesita ser leído para que su obra cobre sentido. La escritura es algo muy impulsivo, y por eso el cine no sabe explicarlo, porque tiene algo de irracional. ¿Quién escribe para ser famoso? ¿Quién cree que se va a ganar la vida escribiendo, aunque sea muy bueno? Quien escribe lo hace al dictado de un impulso vital, incluso autores consagrados que ya saben cual va a ser el circuito de su obra, Stephen King, por ejemplo, en primera instancia, cuando se sienta ante el teclado o con la pluma en la mano, no lo hace pensando en quien lo vaya a leer. Incluso Paulo Coelho debe tener un momento así. El acto creativo es un sinsentido. Realmente, ¿para qué sirve? Comemos para alimentarnos, también por placer. El sexo tiene un utilidad reproductiva, para otros es puro placer. Incluso el deporte tiene un componente de diversión. Pero la escritura, crear un mundo paralelo al tuyo… el escritor siempre será un bicho raro. Del escritor más mediocre al más excelso, el acto de la escritura no deja de ser un acto irracional radical, cercano a la locura.

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