RAFAL. A las seis de la mañana José y Mari empezaban a montar su puesto de fruta y verdura en Rafal. La última vez que lo hicieron fue el 12 marzo. Ella ha llegado con cierto desánimo. "No sabía que me iba a encontrar". El, con algo más de optimismo. Han traido el 50% de la fruta y verdura que suelen tener. Cuarenta años trabajando como vendedor en el mercado. Solo ha parado su actividad ante temporales e inundaciones. La de noviembre de 1987 y la de septiembre de 2019. El tercer parón lo ha provocado una crisis sanitaria. Un mes y medio sin tener ningún ingreso. Ayer, primer día en el que están permitidos los mercadillos de productos de primera necesidad-con marcadas directrices de seguridad- fue mejor de lo que esperaba en cuanto a ventas.
Rafal, Bigastro y Benejúzar son los tres primeros municipios han instalado su mercadillo semanal, como lo venían haciendo todos los jueves. Benejúzar los tiene fijados en viernes, pero con la festividad de hoy del 1 de mayo, lo adelantaron.
El mercadillo de Rafal se trasladó ayer a otra ubicación para cumplir con las normas dictadas por la resolución de la Generalitat: delimitado con un solo punto de entrada y salida, 2,5 metros de distancia con el puesto siguiente y seis metros con el de enfrente. En el caso de Rafal no era necesario esta última directriz pues estaban los puestos instalados a lo largo de una calle.
"Vuelve el mercadillo semanal de Rafal". Rezaba una cartel plastificado donde se mostraban con ilustraciones las indicaciones. Para entrar era necesario el uso de hidrogel. Para salir también. Nueve puestos en total instalados en la calle Félix Rodríguez de la Fuente. Frutas, verduras, aceitunas, salazón, productos de limpieza e higiene. Unas 30 personas discurrían por toda la calle, de un puesto a otro, con mascarillas y guantes. Las excepciones de quien no portaba ninguno de estos elementos resaltaba sobremanera.
En el puesto de José y Mari, acude una clienta habitual. Compradora de fruta y verdura solo en mercados. Durante este mes y medio de estado de alarma conducía hasta Callosa de Segura, por caminos alternativos para no ser multada por la policía. El sitio más cercano que tenía para comprar fruta y verdura en el pequeño comercio y local era en el mercado de abastos de Callosa de Segura. Ayer volvió a hacer su compra en su puesto habitual. Un puesto, como el resto, que tenía delimitado con una línea amarilla el espacio al que no podían acceder los clientes. En muchos momentos la relajación pasaba por encima de la línea. Solos los vendedores pueden tocar los productos. "La línea está para algo" decía en voz alta un policía local dirigiéndose a toda la calle.
En Bigastro, el mercadillo lo han trasladado al parque Huerto del Cura. Un espacio ya delimitado. El ayuntamiento ha abierto una de las cuatro puertas de acceso, la que está más próxima al casco urbano y en la que se produce más sombra. Un aspecto importante pues solo podían estar dentro del espacio 28 personas, dos por cada uno de los 14 puestos que retomaban su actividad. Esta medida de seguridad, para tener controlado el aforo provocaba la formación de colas. "Estoy muy agradecida y orgullosa de los vecinos por su responsabilidad" manifestaba la alcaldesa de la localidad, Teresa Belmonte.