Los políticos están acostumbrados a confundir el partido con las instituciones y cuando ganan las elecciones se creen que “el cortijo” es suyo. Se trata de uno de los efectos y defectos de la llamada “partitocracia”. La propuesta de Pedro Sánchez para que el catalán Iceta presidiera el Senado es sólo un ejemplo de mala práctica institucional cuando éste todavía no era ni senador autonómico y la decisión última no dependía ni de él ni de la mayoría absoluta del PSOE en el Senado, sino del Parlamento catalán que primero tenía que elegir a Iceta como senador autonómico y después necesitaba del voto de los senadores en la primera sesión constitutiva.
Los independentistas le han dado en las narices y vetaron ese nombramiento. Suele ser práctica parlamentaria habitual que las sustituciones se acuerden en el seno de los grupos políticos pero en muchas ocasiones esta práctica se quiebra. Iceta ha presentado un recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional contra la decisión del Parlamento catalán pero no me extrañaría que el alto tribunal haga como siempre, “ni sí, ni no, sino todo lo contrario”. Puede primar la interpretación a favor de la autonomía del Grupo parlamentario para elegir a sus miembros o al contrario, una defensa de la prevalencia de la Cámara catalana por cuanto el senador iba a ser en última instancia representante del Parlamento catalán en el Senado.
Establece el Reglamento del Parlamento catalán que es el Pleno en una convocatoria específica el que designa a los senadores que han de “representar a la Generalitat en el Senado”. En el parlamento valenciano también conocemos de alguna casuística parecida. Cuando gobernaba el Partido Popular con mayoría absoluta, el socialista Andrés Perelló, que iba a concurrir a las elecciones europeas de 2009 y era senador designado por las Cortes Valencianas, tenía que ser sustituido por Leire Pajín, que era de su mismo grupo político. Sin embargo el Partido Popular quebró la costumbre y retuvo el nombramiento unos seis meses, en vez de facilitar la sustitución por mero trámite. Fastidiaba un poco al PSOE y a su vez abusaba de su mayoría, mientras tanto los valencianos tenían un escaño vacío en el Senado.
Recuerdo cuando Rodríguez Zapatero avisó con varios meses de antelación (noviembre de 2007) a la celebración de las elecciones nacionales (marzo 2008) que José Bono sería el Presidente del Congreso obviando que el Presidente del Congreso lo eligen los diputados en la primera sesión constitutiva. En aquel momento llegado el día, algunos grupos políticos se vengaron del anuncio del ex Presidente y le dieron en los morros y Bono tuvo que ser elegido por mayoría simple en segunda vuelta, no en primera. El otro día la ministra en funciones Calvo, mostraba su enfado porque Junqueras le había saludado en las Cortes después del varapalo en el Parlamento catalán de los políticos de Esquerra Republicana pero no sé de qué se asombra si entre tramposos anda el juego.
Llevamos muchos años de trayectoria democrática pero todavía se cometen los mismos errores, confundir el partido con la institución. Al final un grupo reducido de políticos patrimonializan los poderes del Estado. Si nos ahorramos los trámites, pasamos de las formas y abusamos de las instituciones lo mejor que podemos hacer es que dejemos cada cámara con un portavoz por grupo y nos ahorramos los cientos restantes. Lo peor que puede ocurrir es que el desprestigio de los políticos aumente todavía más y que el ridículo que ha hecho Pedro Sánchez nos produzca algo de vergüenza ajena.
Esta misma semana se iniciaba la XIII legislatura de las Cortes con diversas anomalías, juras y promesas de la Constitución bajo fórmulas esperpénticas, ruidos en los estrados para no escuchar a los diputados sujetos a prisión preventiva y una Presidenta de las Cortes que no supo imponer buenos modales a los diputados. Seguiremos muy pendientes porque la nueva legislatura nos va a dar muchos episodios y algunos espectáculos.