ALICANTE. El Elche de Fran Escribá ha perdido uno de sus principales atributos: la seguridad defensiva.
De ser un equipo muy fiable atrás, capaz de estar en partido siempre con independencia del rival y el escenario, algo que ya era así el curso pasado, no obstante las apreturas clasificatorias, los franjiverdes han pasado a hacer demasiadas concesiones en defensa, especialmente en el último mes y medio de competición.
Una involución de la que son fiel reflejo los resultados y que casi coincide con el momento en el que Escribá aparca la defensa de tres centrales e inicia el tránsito hacia un sistema más propicio para alguno de sus jugadores llamados a ser protagonistas, como puede ser el caso de Javier Pastore: con el 1-3-5-2 a los franjiverdes ya les costaba ganar partidos, pero es que con cuatro atrás (1-4-4-2 -con doble pivote o rombo en el centro del campo-, 1-4-2-3-1 o 1-4-1-4-1) les cuesta directamente empatar.
La lista de errores groseros se ha alimentado casi desde la primera jornada (Kiko Casilla fue el encargado de inaugurarla con su salida en falso en el gol del Atlético de Madrid que le costó al Elche la derrota en el Wanda), pero es en los últimos seis partidos cuando ha crecido notablemente: Edgar Badía, que debutaba este domingo en el presente curso liguero, fue el último en hacer su aportación, pero antes también lo hicieron laterales y centrales (solo Diego González y Pedro Bigas se han mostrado regulares -en sentido positivo- hasta la fecha), por ejemplo.