VALÈNCIA. Pónganle una Copa a esos muchachos. El Levante ya está en Pontevendra, en su especial concentración de toda la semana en A Madroa, con las miras puestas en el estreno el torneo del KO. Un debut que ya se retrasó a causa de la Dana y que arrastra algunas novedades respecto a lo se esperaba hace tres semanas, antes de que la expedición ni siquiera fuese capaz de salir del Ciutat rumbo al aeropuerto por las inclemencias meteorológicas: será una Copa para los mozos, pero también para coger ritmo. El objetivo de Julián Calero ya no es solo foguear a sus canteranos para pasar de ronda; también dar aire a sus futbolistas tras el extraordinario parón. Por eso, quizá, alguno de los imberbes que el técnico iba a colocar en mesa tenga que esperar desde el banquillo.
Sin embargo, el Levante podría salir con hasta tres jugadores de filial en el once titular. Cabe recordar que, tal y como dicta la norma, han de coincidir, como mínimo, siete jugadores de primer equipo sobre el césped. En caso de que una expulsión afectara a uno de ellos, habría que actuar rápido desde el banco, pues sería necesario sustituir a uno de los jóvenes antes de que reanudase la cita. Es el rompecabezas con el que, irremediablemente, habrá de jugar el Levante si quiere ir dando relevo a su columba vertebral.
Además, a pesar de la falta de ritmo y el contagio mental demostrado el sábado por la solidaridad con las víctimas del temporal, el calendario granota se endurece. Apenas 72 horas después del encuentro de primera ronda de Copa, con el mínimo descanso, el Levante jugará en A Malata ante el Racing de Ferrol. Habrá que dar descansos. Y es que el cuerpo técnico mantuvo a sus imprescindibles sobre el tapete a pesar de visitar Castellón o Granada con 13 y 14 jugadores de primer equipo. Y también lo hizo, con más efectivos, frente al Elche este pasado fin de semana.