VALÈNCIA. El Levante no puede permitirse fallar. El récord de Javi Calleja ya asciende a 15 partidos ligueros sin derrota, pero o se alimenta de triunfos o el equipo corre el peligro de quedarse, esta misma tarde, lejos del objetivo de amarrar las plazas de ascenso directo. El Burgos es un hueso duro de roer, así lo demostró en la cita de la primera vuelta en El Plantío, aunque desde entonces las cosas han cambiado demasiado. Sobre todo, en la acera local. La nave granota ya no la conduce Mehdi Nafti y la sensación de solidez es la que mantiene en pie a un Levante que no cae del escenario ni en sus peores actuaciones. 

Es la esperanza de la parroquia granota por mucho que los rivales pongan ladrillos a un muro que el cuadro de Orriols todavía no ha logrado escalar: el de colocarse en la segunda plaza. El empate del Eibar posibilita, en caso de victoria esta tarde, quedar a tiro de tres con el golaverage empatado (0-0 en el Ciutat, por jugar en Ipurúa) y la diferencia de goles ligeramente por encima de los armeros.

No será tampoco durante esta jornada. Pese a lo positivo dentro las últimas malas sensaciones y la madurez que muestran los pupilos de Calleja, las sumas de a uno se han tornado una preocupación. No hay red ante el equipo de Julián Calero: el Levante tiene que ganar por lo civil o por lo criminal. Es la obligación en el regreso de Iborra, que se llevará la ovación del Ciutat después de cumplir la bochornosa sanción de cuatro partidos por el pseudo-empujón al colegiado hace tres semanas. El moncadense podrá ser titular: llega descansado, con la mente limpia y listo para aportar en una medular que, sin duda, ha sido lo mejor del elenco levantinista en el último mes. Pablo Martínez, con su ampliación pendiente, apunta a repetir titularidad en su mejor momento como profesional. El resto del once que puede montar Calleja, el de gala.