ELCHE. El Elche ha caminado en el alambre esta primera vuelta. Comenzó como un tiro y nos asombró a todos pero ha estado a punto del cisma. En los primeros encuentros el equipo mostró una madurez de juego innata para una plantilla 100% nueva, lo que unido a una capacidad goleadora demoledora dio como resultado que la afición se ilusionara. Vino de perlas para la campaña de abonos. Con el paso de las jornadas la realidad de la Segunda División B fue un bofetón en toda la cara, de esos de padre cabreado, del que todavía se está recuperando.
El 5-1 al Badalona, el 0-4 al Aragón y el 4-1 al Peralada excitaron por demás a una afición que estaba carente de buenas sensaciones en un 2017 para olvidar. No obstante, el equipo comenzó a soltar el pie del acelerador y mostraba su ‘Cara B’ cada vez que jugaba fuera de casa. La desconexión ha sido cada vez más evidente y el Martínez Valero exhibía las carencias de un plantel que ante el Ontinyent de Vicente Parras (pese a que ganaron) quedaron desnudas. Ese partido fue la señal de alarma de que algo no carburaba. La espectacular marcha del Mallorca tampoco ayudó a mejorar la situación.