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Gato por liebre

Tranquilos, no teman. Christian Bragarnik no va a hacer una revolución en el mercado de fichajes invernal en el Elche CF. Por no hacer, no está haciendo nada, solamente lo justo. Tocar de aquí para poner allí y poco más. El problema está en que el equipo va a salir de enero más debilitado de lo que lo empezó. No entiendo el planteamiento del nuevo propietario de la entidad del Martínez Valero, entre otras cosas porque ni tan siquiera lo ha explicado. Más allá de lo que pueda pasar de aquí a mañana, queda claro que lo económico prima ante lo deportivo. Camino de los sesenta días (se cumplen el próximo sábado) desde que se anunciara de manera oficial un acuerdo de compra venta de acciones entre Score Club 2019 SL y Tenama Inversiones SL, seguimos sin un simple mensaje de bienvenida; menos aún una declaración de intenciones de lo que el argentino quiere hacer con su (y aunque sea sin poner dinero, nuestro) Elche.

Tampoco hace falta que lo diga. Si una imagen vale más que mil palabras, la venta de tu jugador insignia por un paupérrimo montante de un millón de euros (al que hay que llegar por objetivos) para tus arcas, es más clarividente que la hoja de ruta que uno pretenda presentar tras un micrófono en una charla tras la que el viento se llevará las palabras. El adiós de Gonzalo Villar es la continuación, mucho más estridente, de otra decisión que parece que se ha perdido en el tiempo pero también forma parte de la forma de funcionar de Bragarnik en el Martínez Valero. No olvido que Óscar Gil, la revelación de la temporada en clave franjiverde sigue sin ampliar su contrato, cuando estaba todo pactado, camiseta con el número 2022 incluido (y no 2021 como finalmente se cerró) a la espalda para posar en la fotografía. Que el tiempo no juegue una mala pasada con esa decisión.

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