VALÈNCIA. Pica el veneno de una remontada en cinco minutos. Julián Calero fue explícito después de que el Mirandés echara por tierra los esfuerzos del Levante en Anduva, la pasada semana, en un fatídico descuento. Pero la vida continúa y con Calero aquello de lamerse las heridas se entona lo justo. Olvidar lo ocurrido, limpiar la cabeza y afrontar el duelo de este mediodía ante el Córdoba, el peor visitante de Segunda, con otra onda: ese es el deseo. Y el objetivo, retomar el camino de la victoria... y volver a ser venenoso.
Vencer pondría al Levante en la órbita de las plazas de promoción. Máxime cuando todavía resta por disputar el encuentro ante el Tenerife aplazado por los efectos de la DANA. Es una rémora de puntos con la que el equipo habrá de jugar hasta el mes de enero. Sea como sea, el Ciutat es bastión inexpugnable esta temporada y ese es el primero grito para la esperanza de mantenerse en la zona noble tras el tropiezo de Anduva. Nadie gana en Orriols. Al menos, desde que el mismo Calero hincara su bandera la pasada temporada -fue el último técnico que obró victoria visitante en territorio granota-.
No obstante, de no mantener esa dinámica, el Levante podría caer varios puestos en la clasificación. El cuádruple empate a puntos entre los valencianos, Elche, Granada y Oviedo obliga a mantener el rumbo, pero también los tres puntos a los que se vislumbra el paso de Huesca, Zaragoza y Castellón. No vale caer, ni tampoco se firman tablas. Para ello, solo se cae Dela, sancionado, mientras que Iborra volverá a jugar en casa tras su enrevesada lesión. Calero mantenderá a su columna vertebral y el gran foco alumbra a la zaga.