VALÈNCIA.  El Hércules, un mes después de consumar su caída a la Segunda RFEF, la cuarta categoría del fútbol español, sigue sin dar pistas de su nuevo proyecto deportivo en el que ya es el peor momento de su casi centenaria historia.

La entidad alicantina quedó paralizada el 23 de mayo cuando, tras empatar en el campo del Llagostera (3-3), se quedó sin opciones de disputar la Primera RFEF, objetivo mínimo que se había marcado la entidad al principio del curso.

Desde entonces, el club alicantino no ha realizado ningún movimiento de forma oficial en su plantilla a la espera de definir el nuevo modelo de gestión, ofrecido al ex candidato a la presidencia del Barcelona, Toni Freixa.

Las negociaciones entre el máximo accionista, Enrique Ortiz, y el abogado catalán, tras tres semanas de negociaciones, continúan sin cristalizar, por lo que cualquier operación deportiva está condicionada a que se selle este acuerdo.

Mientras tanto, el Hércules ya ha perdido a dos activos de su plantilla, el portero y capitán, Ismael Falcón, y el centrocampista francés, Kevin Appin, quienes ante el inmovilismo de la entidad decidieron aceptar propuestas de otros clubes.

El presupuesto del próximo curso dependerá de la llegada de nuevos socios inversores, misión para la que se cuenta con Freixa. En el caso de que no se cierre su llegada, la partida quedaría reducida sensiblemente, por lo que los técnicos aún no saben con certeza la cantidad de dinero de la que disponen.

La dirección deportiva, liderada por Carmelo del Pozo, ha seguido trabajando con aparente normalidad a la espera de que se autorice la firma de los contratos.

La parálisis también afecta al banquillo y a la planificación de la próxima pretemporada, en la que el Hércules competirá en el grupo V de Segunda RFEF, el escalón más bajo de sus primeros 99 años de historia.