VALÈNCIA. Que Javi Calleja ha perdido la fe en Wesley Moraes lo dicen los números: el brasileño no ha sumado ningún minuto en los dos últimos partidos, ante Zaragoza y Eibar, y lleva desde enero sin ser titular. El gol que desató la locura frente al Getafe en Copa, que frenó una sequía particular de más de 1.000 minutos y que dejó la imagen de entrenador y delantero fundidos en un abrazo esperanzador, ha quedado desdibujada por el paso de los meses sin protagonismo para el '7' del Levante. Y es que desde su aterrizaje en Orriols, Calleja apostó por mimar a un jugador muy querido en el vestuario pero al que no le están saliendo las cosas en Valencia por más que cuerpo técnico, compañeros e incluso el respetable del Ciutat le hayan arropado.
El guion final de la cita en Ipurúa pudo haber propiciado la salida de Wesley, pero Calleja prefirió no introducirle -ya había movido fichas con Soldado y Bouldini durante el segundo tiempo- y dejar otra vez un cambio sin efectuar. El preparador granota no ha agotado las sustituciones en seis de los últimos siete encuentros, y no siempre fue por las circunstancias que golpean al equipo en forma de lesiones, que obligan a Calleja a coger con pinzas sus planes de partido. De hecho, en Eibar el entrenador pegó un giro en su once a este respecto: por primera vez desde su llegada, ninguno de los tres delanteros centro de su plantilla figuraban en su alineación de arranque. Y cuando tuvo que darles entrada, fue Wesley el descartado.
Una sequía goleadora preocupante
Mientras tanto, el cuerpo técnico se está rompiendo la cabeza para que sus delanteros hagan goles. Insiste mucho en la generación de más situaciones de gol para ampliar el espectro de ocasiones, pero el problema de gol persiste evidente. Se explicó por ahí la introducción de la dupla Cantero-Montiel, con Iborra en el vértice del rombo en la medular, para iniciar el partido de Ipurúa. Un cambio de planes en busca de una efectividad de la que sigue adoleciendo el equipo y que es clave para el ascenso, sea o no de manera directa. Y el vestuario lo sabe.