Vals para Hormigas / OPINIÓN

No sabemos esperar

15/05/2019 - 

Probablemente, alguien soñó con esto. Con convertir el periodismo en un campo de minas en el que saltan los spoilers de Juego de Tronos (JdT) a la que menos te la esperas. Hasta en las columnas de Juan Carlos de Manuel y en las redes sociales de Eduard Aguilar. Hasta en las aplicaciones gratuitas y en las páginas impresas. Dan ganas de bajar a limpiar de plásticos la fosa de las Marianas, ahora que sabemos que se han convertido en un vertedero de envoltorios de caramelos. Hemos quedado rehenes de una sociedad que no sabe esperar. Esperar que los demás pillen su propio ritmo. Esperar hasta que el semáforo se ponga en verde. Esperar que Ángel Franco deje de ser el Stromboli del guiñol socialista. Esperar que pasen por fin las elecciones y vuelvan a mandar las noticias que merecen leerse.

Por ejemplo, y mientras tanto, este periódico publica que la limpieza es la principal preocupación de alicantinos e ilicitanos. Algo que, curiosamente, coincide con la charla que se entabla en el bar de Roberto, donde cada martes compongo este vals. Debo reconocer que ando con la antena en modo selectivo, no sea que entre las quejas a Enrique Ortiz y las instrucciones para recoger las deposiciones de los perros, se me cuele algún personaje de JdT que aún no sé que está muerto. De repente, se confirman mis sospechas. Los feligreses citan a Gabriel Echávarri, que en los últimos episodios de nuestra particular serie, había acabado como caminante blanco. Por si acaso, cambio de sintonía.

Afronto la situación con cierta dualidad, lo confieso. No debería quejarme de que la gente vierta sus miserias en cualquier tribuna, ya que a eso dedico parte de mi tiempo. Pero, por otra parte, preferiría vivir en un universo en el que nadie necesita reventar sorpresas de manera gratuita. Tampoco soy un nostálgico de los 80 y 90, como los dos principales candidatos a la Alcaldía de Alicante, que están a dos promesas electorales de viajar todavía más lejos en el tiempo y ponerse a silbar la evocadora banda sonora de Canción triste de Hill Street. Ni un especial aficionado de JdT, dicho sea de paso. Pero esta sensación de vivir en una trama de Hitchcock, que, por cierto, prohibía los spoilers antes de que se inventaran, no es de recibo. Abro un periódico y se muere Rubalcaba. Entra uno en la prensa online y saltan chispas en Irán. Enciendo la radio y muere Doris Day. No me atrevo a encender la televisión por razones obvias. Y no me refiero al ERE del Banco Santander.

En el bar de Roberto, la conversación fluctúa entre la traducción correcta del nombre de los Pink Floyd y las mejores maneras de perfilar una barba. Saltos de mata inesperados, como el ideario de Ciudadanos, pero en simpático y sin esa sensación de sospecha que siempre despierta el partido de Albert Rivera. De las elecciones, ni palabra. De JdT, tampoco. Me quedo tan tranquilo, que amago con revisar la prensa, no sea que me pierda alguna idea verdaderamente brillante para evitar la deriva lisboeta de Alicante. No parece probable. Por si acaso, tengan cuidado ahí fuera.

@Faroimpostor

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