La última polémica que ha suscitado Podemos, radica en pedir que La 2 deje de emitir la Misa. Ni sabía de este servicio de la Televisión Pública, y ahora que lo conozco, me alegra que exista. Yo pensaba que Podemos tenía cosas mucho más importantes que reivindicar. La despolitización de la Justicia, la desigualdad social, la exigencia de que ETA desaparezca sin pasos graduales y de modo definitivo, la solución al problema de Cataluña y tantas otras. Pero no, el tema urgente es la misa del domingo.
Expresaba el Catedrático de Ciencia Política, Fernando Vallespín, en un diario nacional esta misma semana que Podemos sólo pretende simbolizar que rompe el consenso, pero que la esencialidad no está en la misa sino en lo que nos preocupa a todos, en el Ágora. "No creo que sea muy de izquierdas eso de dejar sin su misa televisada a un conjunto de ancianos", añadía. Es que manda narices, ya son ganas de montar polémica. Llevan tiempo reclamando la aconfesionalidad del Estado, pero que no nos confundan, existe una diferencia entre la aconfesionalidad y la laicidad negativa.
Un estado no confesional supone el respeto a las confesiones religiosas de cada uno aunque no se adscribe a ninguna. Sin embargo lo que desde hace tiempo se viene reivindicando desde algunos partidos es una laicidad negativa, la persecución de la religión, ésta incluso debiera ser reprimida desde el Estado.
El artículo 16 de nuestra Constitución, aunque algunos no lo conozcan, garantiza la libertad religiosa y de culto. Y añade que "ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones".
Según el Centro de Investigaciones Sociológicas la mayoría de los españoles, somos católicos, cerca del 71 %. No llega al 10 % los que se autodefinen como ateos. No es la primera vez que digo esto, pero de vez en cuando alguien te obliga a recordarlo. Las decisiones públicas y las normas tienen como destinatarios la mayoría de los ciudadanos, no se debe legislar a golpe de minoría salvo que sea para "incluir" no para excluir o expulsar. Hace unas semanas presenciamos una fuerte polémica con el dichoso autobús naranja de Hazte oir, org. y la gran mayoría mostró su rechazo porque faltaba al respeto sexual de ciertas minorías.
Sin embargo la gran mayoría ciudadana tiene que soportar la intolerancia religiosa de una minoría social. Existen dos varas de medir, lo ancho para mí y lo estrecho para ti. Pues algo de eso pasa con determinados partidos que buscan el conflicto ideológico desde la marginalidad.
Por cierto y hablando de Televisión hay que recordar que se reguló en la época del presidente Rodríguez Zapatero el defensor del espectador. Sin embargo este ente o no existe o si existe no funciona. Su labor es la de vigilar el cumplimiento del Código para la defensa de los derechos del menor en los programas audiovisuales, protegiéndoles de determinados contenidos en horario desde las 6 horas hasta las 22 horas. Pero es bien sabido que esto no se cumple. Con los niños delante no puedes ver ni las noticias, por la violencia explícita e implícita que presenta. Casi ningún programa de la televisión cumple los principios que recoge el citado Código. Y nadie reclama y nadie controla su incumplimiento. Tampoco he escuchado críticas respecto a la telebasura que emite la televisión pública y que consumen los niños, sin embargo eso sí, lo que hace mucho daño es la misa de La 2.
Victoria Rodríguez Blanco
Jurista y politóloga.