Hoy es 11 de noviembre

vals para hormigas / OPINIÓN

Lo dijo Homero

24/04/2019 - 

A un lado, Escila. Se parece su grito, en verdad, al de un tierno cachorro, más su cuerpo es de un monstruo maligno. Da igual asignar una correspondencia u otra. Derecha o izquierda, babor o estribor. Llegamos a la semana definitiva en la que debemos decantar nuestro voto. Son seis los larguísimos cuellos y horribles cabezas de Escila, cuyas bocas abiertas enseñan tres filas de dientes. Han acabado, por ley, las encuestas. Toca tomar una determinación razonada y a solas que a cerca de la mitad de la población con derecho a voto parece que se le atraganta. Ya ha pasado el primer debate televisivo.

Al otro lado, Caribdis. Ingiere las aguas oscuras, las vomita tres veces al día, tres veces las sorbe. Da igual la correspondencia. Izquierda o derecha, estribor o babor. Al escribir esta columna, los feligreses del bar en que suelo detenerme a redactarla confían en que el segundo debate no sea tan soso como el primero. Más te vale con mucho perder solo seis hombres que hundirte tú mismo con todos. La del domingo va a ser una noche en que nadie confiese que debe empeñarse en perder. Los representantes de los españoles en todos los estamentos en liza se polarizarán como está ocurriendo en todo el universo humano y solo el diálogo y la capacidad de negociación sacarán al país de la paralización.

De los cuatro candidatos principales en los comicios generales depende que España no tenga que tejer su gran tela en las horas del día y volver a destejerla de noche a la luz de las hachas, como Penélope. El secreto es claudicar, recapacitar, destensar la cuerda y dar muchos brazos a torcer. Consenso. Da igual la correspondencia. Derecha, izquierda, babor, estribor. Mirábamos solo a Caribdis temiendo la ruina y Escila, entre tanto, raptónos seis hombres que arrancó del bajel. Hagan un esfuerzo y vayan a votar. Válido, nulo o en blanco. Aprovechen el sistema democrático del que nos quejamos desde hace cuarenta años, porque la alternativa es peor.

El mitin que dio Santiago Abascal el pasado domingo en el Pitiu Rochel de Alicante comenzó con veinte minutos de retraso. Para hacer tiempo, dejé a mis compañeros de la prensa y salí a fumar un cigarro por un lateral del pabellón. Uno de los asistentes al acto comentó que ya es hora de que se vuelva a fumar en espacios cerrados, como en la época de Franco. Es lo que se espera de un seguidor de Vox. Pero si todos fueran como él, no sumarían tantos apoyos. En realidad, los presentes eran hombres y mujeres de clase media, de todas las edades. El sustrato medio de un país que navega entre Escila y Caribdis, que ha superado el canto de las sirenas y que no sabe si al final de su recorrido encontrará la sabiduría de Tiresias para salir adelante.

Es de ver cómo inculpan los hombres sin tregua a los dioses, achacándoles todos sus males. Y son ellos mismos los que traen por sus propias locuras su exceso de penas, dice Zeus en la Odisea. Espero que hayan pasado un gran Sant Jordi. Y que Eos, la de dedos de oro, sepa iluminarnos.

@Faroimpostor

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