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vals para hormigas / OPINIÓN

Limpieza de archivos

6/01/2021 - 

Llega enero con su ropa cómoda y sus guantes de látex para la limpieza generalizada de carpetas archivadas en el ordenador. Veo sobre la mesilla de noche mi reloj sin pilas ni correa, una esfera muda que me ofrece la perfecta metáfora del cambio de año, la puesta en marcha de un nuevo cronómetro, la obligación de llenar de días todo lo que no aparece en un almanaque. Hoy, mañana para mí cuando les escribo, habrá amanecido un día borroso y lleno de regalos para los niños que se han portado bien. Los demás nos tendremos que conformar con aventurarnos entre el caos de la mesa de trabajo y, quizá, las primeras nieves en el interior de la provincia, porque los humanos hemos arruinado la cabalgata de Alcoy y hemos saturado sus servicios sanitarios, pero la naturaleza es esclava de su propia rutina y nunca deja de cubrir de blanco la Font Roja. La borrasca Filomena amenaza con dejarme sin pescar otro fin de semana. Nace 2021 en esta columna.

Ya he echado 2020 a reciclar, con esa costumbre que tengo y tanto asombra a todo el mundo de apoyarme en un calendario de mesa ante mi incapacidad de manejarme con una agenda. Doce páginas que acabarán en el contenedor azul y de las que también, a pesar de lo que representan, se podrán aprovechar hasta los márgenes en blanco. Agradezco los intentos de mi oficio por rescatar el ánimo entresacando lo mejor de un año perverso. Algo así como que hemos desencadenado una pandemia y no hemos sabido vivirla, pero al mismo tiempo hemos desarrollado una vacuna en un año. Los contagios se disparan pero el sistema educativo funciona razonablemente bien. Hay indicadores positivos. Cada mañana saldrá el sol hasta en Alcoy, Castalla y Polop, recién confinados, ahora, cuando les escribo, por la Generalitat. He arrastrado mis miserias desde marzo, pero mi familia está bien, mi mujer ha cumplido un sueño con patio y vistas al horizonte, conseguí publicar en otoño dos reportajes que quedaron atascados en la pesadumbre de la primavera y mis manos están llenas de arañazos, como las de cualquier flamante dueño de gatos.

Llega enero con su vistazo hacia atrás para coger impulso, su reloj en blanco y su calendario crujiente. Quizá convendría revisar nuestro comportamiento para que esta mañana, para ustedes, mañana por la mañana cuando les escribo, no nos sorprenda el vacío bajo el árbol de Navidad. Recapacitar sobre nuestros muchos errores antes de que se plante ante nosotros la oportunidad de viajar, de abrazar, de reunirnos con los amigos en un bar y de exigir responsabilidades a todas las administraciones del mundo, que no han sabido responder a la exigencia de velar por sus ciudadanos. Ni a la hora de planificar ni a la de tomar decisiones difíciles ni siquiera a la de vacunar para picar poco a poco el alud de piedras que tapona la luz del túnel desde marzo. Pero hoy, mañana, cuando les escribo, es día de Reyes. Y nadie nos podrá quitar la ilusión de haber podido sobreponernos a casi todo. Como cada vez que cambiamos de calendario y nos ponemos a organizar las carpetas de archivos del ordenador.

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