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mirando al mar

Las empresas huyen de la Copa América de Barcelona

| 23/05/2023 | 6 min, 20 seg

VALÈNCIA. Estaba cantado. No había que ser muy agudo para vislumbrar que España no iba a tener ningún desafío en la Joven Copa América, así como tampoco en la de mujeres. Solo eran cantos de sirena que, poco a poco, se han ido diluyendo entre las patochadas políticas que los catalanes están haciendo alrededor de esta Copa América, que desde un principio está condenada al desastre. El navegante español Guillermo Altadill aceptó la oferta y el reto de confeccionar un par de equipos para que España, al menos, estuviera presente en este evento que se iba a celebrar en aguas españolas, ya que los fanfarrones de las cúpulas políticas catalanas habían pujado y ganado la celebración de la regata más antigua del mundo en el campo olímpico de Barcelona.

Altadill, partiendo de cero, comenzó a entrevistar posibles candidatos para formar parte de los equipos españoles de Copa América de mujeres y de hombres de menos de veinticinco años. Comenzó a moverse por las altas esferas de las empresas españolas, buscando los doce millones de euros necesarios para afrontar los desafíos. También, Altadill tuvo la promesa de Grant Dalton, CEO del Team New Zealand y de la empresa que organiza el evento, de contar con los primeros millones para poder comprar algún AC40 con el que ir entrenando al equipo.

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Ni lo uno ni lo otro. Es muy difícil poner de acuerdo los intereses de cuatro partidos nacionalistas catalanes y, mucho más, si el equipo debe llevar la bandera española obligatoriamente en su popa. Aquí no hay chorradas de esteladas ni señeras, aquí se navega por un país, España, y Cataluña no es más que una región de España. Pues bien, estos tiras y aflojas de esta banda de políticos han propiciado que algunas empresas, a priori interesadas en patrocinar tanto a las chicas como a los jóvenes, hayan retirado su palabra del tablero de juego y la organización no ha tenido otro remedio que parar ambos equipos españoles. 

¿Qué nos queda? Rezar para que los políticos catalanes cumplan su palabra y paguen a Grant Dalton los rollalties que han firmado en el contrato de aceptación de Barcelona como sede de la Copa América 2024. Si no pagan, no pasará nada. Lo pagará el Gobierno de España con el dinero de todos los españoles para que su presidente Sánchez siga sentado en La Moncloa. De momento, Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, sabedora de que no va a volver a salir como regidora de la ciudad, ya está diciendo que el Ayuntamiento de Barcelona no va a pagar nada a «la Copa América».

Grant Dalton no ha estado acertado con la elección de Barcelona y así lo transmite en los corrillos internacionales de la vela. Si pudiera, que no puede, cambiaría de sede, de región y hasta de país. El neozelandés no quiere decirlo, pero está harto hasta del Real Club Náutico de Barcelona con tanto agasajo y tanto pijerío. El evento sigue adelante, de momento, porque ya se han empezado a construir las bases, pero el recelo de los neozelandeses es muy evidente. «Vamos a salir de esta como podamos, y luego ya se verá», se dice en el consejo de administración de America’s Cup Event Barcelona, empresa responsable del evento, y es que no las tienen todas consigo. No se fían de los políticos catalanes y del escándalo que se puede organizar si el 22 de agosto de 2024 no se lleva a cabo la inauguración.

Cuando Ernesto Bertarelli ganó la Jarra de las Cien Guineas a Nueva Zelanda con su barco Alinghi tuvo que buscar un sitio para defenderla, ya que Suiza no tenía aguas abiertas para hacerlo. No tardó mucho en decidirse por València. Para él, la palabra del rey Juan Carlos era sagrada, y confió plenamente en lo que se había hablado. Eso sí, como buen empresario, se sentó con los políticos de turno, es decir con Paco Camps y Rita Barberá, para firmar un contrato como Dios manda. Una de las partes del contrato era los plenos poderes de ACM, empresa organizadora de la de la 32ª edición de la Copa América, sobre un área de cinco kilómetros del puerto. En esa área no mandaba nadie más que ACM, y a los políticos se les dejaba entrar bajo invitación.

Bertarelli supo separar la política de la regata. Cobró sus 120 millones de royalties a la Comunitat, que pagó, y no hubo ningún problema durante los casi cuatro años que los equipos estuvieron instalados en el puerto Copa América y la dársena Juan Carlos I. Es cierto que los signos políticos del Gobierno de España y de la Comunitat eran diferentes, pero eso no fue ningún obstáculo porque quienes firmaron aquello eran políticos serios y de palabra. Todo lo contrario a lo que ahora se está viviendo en Cataluña. Demasiado político con distintas prioridades y con el sonrojo de tener que ‘tragar’ con que la Copa América se organiza en España, en la ciudad de Barcelona.

El caso es que nuestros jóvenes y nuestras chicas se han quedado sin participar, al menos por el momento, en la 37ª edición de la Copa América y todo, aunque quieran disimularlo, por política. En conversaciones de la barra del bar del Real Club Náutico de Barcelona se escuchó aquello de que «si no lo paga Cataluña, ya lo hará España», a modo de tranquilizar las iras de Dalton. Y es que si en el club catalán se sueltan esas frases quiere decir que la mayoría de estamentos oficiales catalanes no están por la labor de soltar el dinero pactado.

¿Hubiera pasado lo mismo si Dalton se hubiera decantado por València para la organización de la regata en 2024? Eso nunca lo sabremos, pero yo creo que València es distinta a Barcelona. Así lo demostraron cuando se negaron a volver a poner a la Comunitat sobre el mapa internacional, solo porque ya lo había hecho, y con mucho éxito, el partido rival. 

Los equipos que participarán en esta 37ª edición estarían encantadísimos de compartir espacio con sus bases en el puerto valenciano y de competir donde ya lo hicieron en 2007, la Malvarrosa y El Saler, dos grandes y limpios campos de regatas que nada tienen que ver con el caluroso y húmedo que hay en Barcelona. Bertarelli es pro València, porque aquí se le ha tratado muy bien y revalidó el título de ganador de la Jarra de las Cien Guineas, no así en Barcelona que lo que se pretende es que el equipo de casa sea el Team New Zealand.

Barcelona será una buena oportunidad para los suizos de devolverle a València lo que perdió en los despachos: la sede itinerante de la regata más antigua y prestigiosa del mundo, la Copa América. 

* Este artículo se publicó originalmente en el número 103 (mayo 2023) de la revista Plaza

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