VALÈNCIA. (EP) Más de la mitad de los tiburones y las rayas del Mediterráneo están en riesgo de extinción ante la creciente amenaza de la presión pesquera, el cambio climático y la contaminación, según un proyecto de investigación de un equipo del Institut Cavanilles de la Universitat de València (UV), el Instituto de Ciencias del Mar del CSIC y la ONG Catsharks.
El trabajo aporta nuevos datos sobre la situación de estas especies, cuya conservación es esencial para el funcionamiento de los ecosistemas marinos, y se enmarca en el proyecto ECEME de la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológico. Está cofinanciado por esta entidad.
Los tiburones y rayas, también llamados elasmobranquios o peces de esqueleto cartilaginoso, desempeñan un papel fundamental en la regulación de los ecosistemas marinos. Estos animales controlan las poblaciones de sus presas, lo que mantiene el equilibrio de los mares y océanos. Sin embargo, debido a su lento crecimiento, madurez tardía y escasa descendencia, son muy vulnerables ante las actividades humanas, detalla la institución académica.
Su principal amenaza es la presión pesquera, situación que se magnifica por la degradación del hábitat, el cambio climático y la contaminación. Los tiburones y rayas no son el objetivo de las pesquerías mediterráneas, sino que se capturan de manera accesoria y accidental, por lo que un mejor manejo y gestión de sus poblaciones son necesarios para asegurar su subsistencia.
A partir de ahí, el proyecto se centra en evaluar la abundancia y distribución de los tiburones y rayas del Mediterráneo español mediante datos pesqueros obtenidos desde programas de observación a bordo.
El último trabajo, recientemente publicado en la revista 'Frontiers' por este equipo, ha descrito la abundancia de cada una de las especies de tiburones y rayas en las zonas de pesca de arrastre de fondo del Mediterráneo español y la manera en la que interaccionan con el arrastre de fondo.
Esta información ha permitido comprender cómo los factores ambientales y la presión pesquera de manera combinada afectan a la comunidad de elasmobranquios, que cambia en función de condiciones ambientales como la profundidad, la temperatura del fondo y el tipo de sustrato.
"Entender cómo cambia la comunidad con las condiciones climáticas y ambientales nos permite predecir mejor los posibles impactos del cambio climático y la destrucción del hábitat con el fin de establecer prioridades para su conservación", comenta David Ruiz-García, primer firmante del 'paper'.
Según los investigadores, el esfuerzo pesquero también tiene un papel clave en la modificación de la comunidad de elasmobranquios: en las zonas de mayor frecuencia pesquera disminuyen notablemente las poblaciones de tiburones y rayas, y también su diversidad. De hecho, la composición de la comunidad de elasmobranquios ha cambiado notablemente desde los años 50.
Algunas de las especies localmente extintas eran entonces capturadas de forma habitual, incluyendo tiburones como la mielga, el alitán o el angelote. Sin embargo, otras como la pintarroja se muestran cada vez más abundantes en la zona.
"Estas especies parecen ser capaces de soportar los efectos de las actividades humanas, gracias a su rápida y prolífica reproducción. Ahora nos dirigimos hacia un ecosistema menos diverso, más simple, menos productivo y menos capaz de asumir los cambios que pueden producirse en el futuro debido al cambio global", explica el investigador de la UV.
Ante la necesidad de seguir monitorizando las poblaciones de tiburones y rayas del Mediterráneo de cara a su conservación, el proyecto ECEME promueve el establecimiento de planes de gestión para la conservación de elasmobranquios en el Mediterráneo y medidas de concienciación y colaboración hacia el sector pesquero. A su juicio, es esencial que el sector sea capaz de identificar adecuadamente las especies de elasmobranquios protegidas, así como de manejar correctamente estos especímenes cuando se encuentran a bordo para tratar de asegurar su supervivencia tras la captura.