MADRID. Estos dos años de pandemia y su posterior superación, que tuvo un impacto evidente en la economía -sumado a las medidas monetarias aplicadas por los bancos centrales- han tenido en la guerra de Ucrania un nuevo aviso a navegantes. Y este no es otro que la posibilidad de que una nueva recesión económica tenga lugar próximamente... al menos en Estados Unidos. De hecho el primer trimestre en negativo de la economía norteamericana está evidenciando lo que está por suceder. Sólo faltaría otro trimestre en negativo para definir técnicamente la recesión económica.
Hace dos semanas conocíamos el dato publicado sobre la economía de Estados Unidos, la cual se contrajo un 1,4% entre enero y marzo del presente ejercicio. Pero no es tan fácil, dado que esta hipótesis parece más bien improbable; mientras el consenso del mercado, que tiene potencial para equivocarse, sigue descontando un segundo trimestre en positivo y, por lo tanto, que crezca durante este periodo.
El pasado miércoles la Reserva Federal (FED) subía los tipos en 50 puntos básicos como se descontaba. Sin embargo, sorprendió positivamente al mercado con una reducción del balance a un ritmo inferior al estimado. Un hecho que hizo que las bolsas estadounidenses -y principalmente el Nasdaq- revirtieran su comportamiento ese día, cerrando en máximos de la sesión con subidas cercanas al 4%.
Pero el contexto general no ha cambiado la posibilidad de una recesión técnica en Estados Unidos, que se suma a otros condicionantes que ya se están dando, al igual que en momentos anteriores de la historia, que han precedido a una recesión económica:
- Aumento de los tipos de interés. Principal herramienta de los bancos centrales para arreglar el 'desaguisado' producido estos últimos años.
- Inversión de la curva de tipos. A los gobiernos les cuesta igual o más financiarse a corto plazo en tramos de dos a cinco años, que en plazos superiores a partir de los diez. Todo ello creando un problema de financiación importante para las economías.
- Incremento del coste de la vida, aumento en el precio del petróleo y del gas natural. La guerra en Ucrania sólo ha acelerado un proceso que ya se venía produciendo antes del conflicto
- Ante el incremento del coste de la vida, el sentimiento del consumidor se deteriora. Derivada de las anteriores donde los consumidores ven que les va a costar más la cesta de la compra, llenar el depósito de combustible o pagar el recibo de la luz. Consideran que a futuro, un año aproximadamente, la situación va a ser mala o muy mala. A pesar de que en la actualidad, con ese sentimiento, el consumo se encuentra en máximos. Aquí la política monetaria expansiva ha sido la culpable de esta situación, que ahora quieren reducir drásticamente tanto con la subida de tipos como con la reducción del balance.
- El pleno empleo en máximos también descuenta escenarios negativos. Aunque niveles de desempleo reducidos son síntoma de la buena salud de la economía, niveles cercanos al pleno empleo pueden evidenciar cierto recalentamiento de la misma y, por tanto, que ya no hay más margen de mejora. Si hemos tocado suelo, más no podemos caer. De nuevo, los datos históricos avalan que niveles tan bajos de desempleo nunca han durado demasiado tiempo, y que estos han acabado disparándose tras la aparición de una nueva recesión.
- Y un extra se suma a este combinado: el mercado inmobiliario. La nueva política monetaria restrictiva afecta directamente a sectores estructurales de la economía americana como el inmobiliario. En Estados Unidos, las nuevas contrataciones hipotecarias a tipo fijo de 30 años ya ofrecen el tipo de interés más alto en más de una década, lo que está dificultando el acceso a la financiación de viviendas en un momento en el que los precios de las mismas se sitúan a niveles estratosféricos. Recordemos que tenemos un sentimiento del consumidor reducido y un incremento considerable del coste de la vida, sin incrementos de salarios. Un gran indicador es el diferencial entre el precio de los inmuebles con respecto al ingreso de los hogares, el cual se sitúa en el nivel más alto desde que hay registros, es decir, hace más de 70 años. Actualmente es incluso mayor que en la burbuja inmobiliaria de comienzos de siglo.
En resumen, la política monetaria expansiva de los bancos centrales, y más concretamente de la Reserva Federal, ha sido un narcótico para la economía, que todavía no se ha desenganchado de ella. Se mantiene artificialmente alimentada originando unos niveles de inflación descontrolados.
Pese a que por el momento la coyuntura parece favorable -bajo desempleo, consumo elevado y crecimiento económico- son muchos los indicadores que -como hemos podido definir y justificar- descuentan con una alta probabilidad de suceso la próxima recesión. Que no se diga que no hemos avisado.
Darío García es analista de XTB