Desde ayer EEUU cambia de etapa política, donde un nuevo ejecutivo se hará cargo de gobernar país, dirigido por Biden, de larga trayectoria política y con 78 años, y Harris, primera mujer vicepresidenta dela nación.
Dentro del ciclo que ya comienza, se enmarcan una serie de actos para celebrar el cambio cada 4 años, donde el de carácter más especial es el de la investidura de los nuevos líderes demócratas.
La toma de posesión del 46º presidente de los Estados Unidos, se ha llevado acabo en un acto muy sobrio marcado por varios aspectos que han hecho su organización mas compleja de lo que habitualmente ya supone llevar a cabo una investidura presidencial de semejante magnitud.
La seguridad sanitaria se ha convertido en una máxima a tener en cuenta debido a la pandemia provocada por la COVID19, donde las distancias sociales, el uso de mascarilla y la carencia de saludos suponen un cambio en el ejercicio de tareas protocolarias como las invitaciones, el cuidado de los asistentes y el cumplimiento de los procedimiento sanitarios. Una de las consecuencias, ha sido la carencia de público general al acto, utilizando en el espacio que se ocupaba habitualmente mas de 400.000 banderas de EEUU y otras 200.000 de estados y territorios norteamericanos, haciendo alusión simbólica a quienes por motivos obvios, no han podido desplazarse para acompañar al nuevo ejecutivo.
El asalto sufrido en el Capitolio a principios de año, también ha supuesto todo un movimiento militar a Washington DC, donde se ha enseñado músculo tras la fragilidad mostrada por los trumpistas.
Las nuevas tecnologías han estado latentes en todo momento. La convención demócrata en formato híbrido que se celebró en agosto, fue un simulacro con resultado positivo para la organización de estos eventos de la investidura. Mientras que las partes mas solemnes requieren de la presencialidad de los protagonistas, no es el caso de los invitados, que pueden disfrutar del mismo a través de plataformas virtuales, youtube, o incluso Twitch, dirigido al público mas joven.
Por estos motivos, el protocolo se ha hecho mas latente que nunca, y sin quererlo, ya que es una disciplina que siempre suele quedar en un segundo plano, también ha tenido su momento protagonista durante la investidura tanto por la Covid como por la no asistencia de Trump al acto, lo que ha hecho que las colocaciones presidenciales dieran mas pomposidad tanto al nuevo presidente como a la vicepresidenta, y sobre esta segunda, un mayor visibilidad de la que habitualmente tenían sus antecesores en estos actos y por otro.
Un acto solemne, con momentos religiosos, litúrgicos y ceremoniosos, dan cabida a artistas como Lady Gaga para cantar el himno nacional o Amanda Gorman, una talentosa poetisa de color de 22 años. Sin duda, los juramentos de ambos cargos, son los momentos mas esperados por muchos, donde, al igual que la fórmula que pronuncian viene recogida en la misma constitución norteamericana, el elemento sobre el que situar la mano para el mismo se deja a libertad de cada uno. Para la ocasión, mientras que Biden ha utilizado la biblia familiar del siglo XIX característica por su grosor, Harris, lo ha hecho sobre dos biblias; Una de las Biblias es una reliquia de la familia Harris, propiedad de Regina Shelton, quien ayudó a criar a la flamante nueva VP. La segunda Biblia pertenece al fallecido ícono de los derechos civiles y juez de la Corte Suprema Thurgood Marshall, el primer juez negro de la Corte Suprema, quien sirvió en la corte desde 1967 hasta su muerte en 1993.
Por tanto, queda claro que el protocolo ha vuelto a estar presente en la implementación de este acto tan emblemático, adaptándose a las situaciones y ayudando a ensalzar la comunicación y la imagen del nuevo ejecutivo de los Estados Unidos de América.
Diana Rubio es profesora de Protocolo en IMEP.