ALICANTE. El desarrollo del pleno de investidura del nuevo alcalde de Alicante evidenció la firmeza de la determinación de Ciudadanos (Cs): el partido de Albert Rivera tenía decidido que sólo iba a votar a su propia candidata, la portavoz municipal Yaneth Giraldo, pasase lo que pasase. Y ello aunque, por el orden de votación establecido (de mayor a menor número de representantes en el pleno), sus cinco concejales tuvieron a su alcance la posibilidad de modificar el sentido de su voto para alterar el resultado de la elección en favor de la investidura de la socialista Eva Montesinos.
En la hipótesis de que Cs hubiese pretendido evitar el acceso del PP a la Alcaldía, habría bastado que uno de sus concejales marcase el nombre de la candidata socialista en su papeleta antes de introducirla en la urna. En ese momento, los cinco ediles de Cs ya sabían que los votos de los dos concejales no adscritos, Nerea Belmonte y Fernando Sepulcre, no habían sido para la número 2 de la candidatura con la que el PSOE concurrió a las municipales de 2015. Como ha contado este diario, Belmonte emitió un voto en blanco (no marcó el nombre de ningún candidato) y la papeleta de Sepulcre fue considerada nula, después de que anotase manualmente su propio nombre.
Los cinco representantes de Cs votaron justo después de los no adscritos. Con el teórico apoyo de solo un concejal de Cs, el bloque de progreso compuesto por PSOE, Guanyar y Compromís, habría retenido el poder al recabar el apoyo de 15 concejales. No obstante, su portavoz municipal, Yaneth Giraldo, confirmó a Alicante Plaza que esa posibilidad nunca llegó a plantearse. La directriz política marcada por la cúpula del partido era que los cinco ediles votasen a su propia candidata. Nada más, al margen de cómo se desarrollasen los acontecimientos. Cs había decidido que no podía respaldar la continuidad de un proyecto al que se viene criticando por falta de gestión desde hace más de dos años y que, en todo caso, eran los tres exsocios de gobierno quienes tenían a su alcance la posibilidad de solventar una crisis institucional que sólo ellos habían generado, con la expulsión de Belmonte del equipo de Gobierno, en marzo de 2016 (cuando trascendió que había concedido contratos menores de manera directa a personas de su entorno).
En el momento de votar, los cinco ediles de Cs ya conocían que Belmonte y Sepulcre no habían apoyado a la candidata socialista y tenían a su alcance la posibilidad de modificar el resultado de la elección
Giraldo abundó en la coherencia de la posición de su partido en la medida en que, desde el principio, se asumió que los resultados electorales de 2015 trasladaban un mandato claro: que se pusiese fin a la corrupción y a la falta de transparencia y que se favoreciese una regeneración democrática. A juicio de Cs, tres años después, ese mandato no se había cumplido ni con el ya extinto tripartito ni con los seis meses en los que el PSOE ha gobernado en solitario. Al menos no habría sido así, a la vista de los dos procesamientos a los que se ha visto expuesto el alcalde saliente, Gabriel Echávarri, y a tenor de la investigación en curso sobre la presunta financiación irregular de las campañas electorales de PSPV y Bloc de 2007 y 2011.
Además, con esa posición, Cs conseguía su objetivo de no significarse junto a las fuerzas de progreso en un momento en el que todas las encuestas pronostican un crecimiento electoral, alentado por el conflicto de Cataluña. Cualquier movimiento hacia uno u otro punto del espectro político podría pasarles factura.
No obstante, tanto PSOE, como Guanyar y Compromís insistieron en responsabilizar a Cs del regreso del PP al poder al sostener que su inmovilismo y su pretendida equidistancia suponía en realidad permitir ese vuelco a la voluntad popular expresada en las urnas en 2015. Así lo subrayaron tanto Montesinos, como el secretario de Organización del PSPV, José Muñoz, como los portavoces de Guanyar y Compromís, Miguel Ángel Pavón y Natxo Bellido. Todos advirtieron que, en contra de lo que se podría interpretar en Cs, no haber actuado para cerrar el paso al PP ("el partido de la corrupción" y que "ha llevado a la ruina al Ayuntamiento", insistieron) también les generará un coste político.