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en la frontera / OPINIÓN

La Explanada y las casetas de los 'hippies'

17/07/2022 - 

El equipo de Gobierno del Ayuntamiento de Alicante (PP/Cs) ha lanzado una especie de globo sonda con la idea de trasladar los puestos de los hippies de la Explanada sin concretar dónde. Alegan que lo han pedido los vecinos del centro (Junta de Distrito Número 1) y que el asunto se abordará próximamente en un Consejo Local de Comercio. Ya tiene faena la concejala del ramo, la popular Lidia López, en un asunto espinoso donde los haya: las casetas llevan ahí media vida; los concesionarios de las mismas alegarán  como derechos adquiridos su reivindicación de permanencia infinita, grosso modo.  Quién sabe si también el lucro cesante. Son un total de 30 puestos que copan un buen trozo, desde el auditorio de La Concha hasta Canalejas.  A ver qué opinión alberga la Cámara de Comercio, o la Universidad de Alicante, que forman parte de dicho Consejo. A ver que opinan también los grupos de la oposición: eso se tiene que traducir en iniciativas para el pleno municipal.

Las casetas generan empleo, fundamentalmente en el régimen de autónomos. Atraen visitantes curiosos en busca de adquirir bagatelas: unas son artesanas; otras no. Dan un toque medio romántico y medio hippie, nunca mejor dicho, al que es por excelencia el buque insignia de la imagen de la ciudad, la postal inequívoca desde los tiempos del franquismo. Su fisionomía actual se remonta a los años cincuenta, cuando era alcalde Agatángelo Soler: 6,5 millones de teselas imitando las olas del mar. Alicante no sería Alicante sin la Explanada, sin la fuente de Los Luceros (han aparecido grietas tras las mascletaes ¡ay¡), sin el Castillo de Santa Bárbara, sin...

Por cierto, cuando quiero ver algo hippie/hippie me repongo Hair, la genial película de Milos Forman, todo un alegato contra la guerra de Vietnam, contra la violencia,  protagonizado por ciudadanos de la contracultura y de la diversidad. En La Explanada no siento eso. No es una boutade: es la confirmación de un sentimiento libre, el mío. Del mismo modo que siento que un buen puñado de casetas se zampan el principal paseo de Alicante: efectivamente, como han alegado los defensores del traslado, se podría conseguir un espacio más diáfano y abierto y con una visual directa al mar.

Viene a cuento en este contexto las obras que se están ejecutando en toda la zona, Adrián Santos, la Autoridad Portuaria (Julián López Milla), con el nuevo Paseo del Muelle 4, y la reurbanización proyectada entre la avenida Oscar Esplá y la Plaza del Mar. Ello incluye el estrechamiento de los carriles que fluyen en paralelo a La Explana creando una mediana de un metro con el fin de "calmar" el tráfico. Es decir, que la ciudad dé un paso cualitativo en su integración con la fachada marítima. Aunque el paso final será cuando se consiga la peatonalización total (el último intento lo hizo con nulo éxito Gabriel Echávarri, con una idea bienintencionada pero rocambolesca).

¿Y qué tiene que ver con todo esto las 30 casetas? Pues todo o nada, según se mire. Si el Ayuntamiento trabaja en quitar estorbos y conseguir una zona lo más diáfana posible... ¿qué pintan los 30 puestos, instalados de forma permanente, colapsando el flujo de paseantes e inundando el paseo de una estética mercadillera no apta para todos los gustos? Que nadie se espante, que nadie se enfade por favor. Los puestos de trabajo son sagrados. Siempre. "Es que pagan sus correspondientes tasas de ocupación de vía pública", me alegan por ahí. Evidente: solo faltaba que estuvieran ahí de gratis. La tasa de ocupación es irrisoria, me apuntan también por ahí: no pongo la cifra. Me da rubor.

Si el equipo de Gobierno, desde el alcalde Luis Barcala al concejal de Ocupación de Vía Pública Manuel Jiménez,  alberga la voluntad de retirar los puestos, pasando también por la ya citada edil de Comercio, tienen la obligación de ofrecer al instante una alternativa. Lo hizo a principios de los 90 Ángel Luna que se quería quitar de en medio a los hippies y les ofreció la Avenida de Federico Soto. No hubo forma: se le atragantó el tema frente a la barricada común y jacobinizada que organizaron los concesionarios. Coincidó en el tiempo con la primera remodelación integral del pavimento de La Explanada (por cierto, el primer gran encargo que recibió Enrique Ortiz). No sé si Alperi o Castedo realizaron alguna intentona.

Ardua polémica, cuando no guerra, la que se nos avecina.

Francesc Sanguino, Paco, portavoz municipal del PSOE en el Ayuntamiento de Alicante se ha tirado  al monte. Ha echado el resto, harto del ninguneo al que está sometido por el aparato del partido, Ángel Franco y Miguel Millana Sansaturio, y hasta el moño, más si cabe, de Trini Amorós, y de algunas sonoras traiciones que ha padecido en el grupo municial. Yo no sé, como afirma Miquel González, si le está  echando un pulso a Ximo Puig para que lo rescate en el Gobierno autonómico o para que se moje. Solo sé, y se lo digo al interesado, que tiene la vida resuelta como profesor de griego en enseñanzas medias, y como literato con mucha gramática parda, de la buena, y una más que notable proyección en los ámbitos teatrales. No me apetece hacer el cálculo de cuantos concejales del PSOE (no quiero ni pensar en el resto de partidos) cuentan con la ventaja de don Sanguino. No quiero hacer el cálculo porque es muy probable que se me pongan los pelos de punta. En fin: todo por la pasta.

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