Hoy en día son pocas las personas que ponen en duda que está sucediendo un cambio climático y global provocado por la actividad del ser humano. Los sucesos que lo confirman siempre se nos presentan en los medios de comunicación como algo lejano, como que en Canadá se alcancen los 49 grados, el deshielo de los Polos o los grandes incendios provocados por las altas temperaturas generadas por los gases de efecto invernadero.
Esta perspectiva lejana provoca en la mayoría de los casos que no percibamos el peligro real que esos sucesos suponen para nuestra salud actual y futura. Por ejemplo, podemos hablar en España de las muertes provocadas por golpes de calor, el aumento de las alergias o algo más cercano en el tiempo como es la pandemia de la covid-19.
Pero esta lejanía, ¿es real? En este punto pienso que cabría plantearse como afecta neutro modelo de vida a este cambio climático y global, un modelo que para sostenerse necesita recursos que provienen de países lejanos y en la mayoría de los casos con un desarrollo tardío o subdesarrollados. Dicha extracción de recursos y asimilación por nuestra sociedad provoca en ellos un gran aumento de la contaminación y pobreza, que a su vez crea a la llamada figura del refugiado ambiental o emigrantes ecológicos.
Cabría también a nivel de gobierno municipal de Elche ver las políticas ambientales que se llevan a cabo y como estas afectan también a ese cambio climático y global.
Por ejemplo, que no se cumpla por parte del Ayuntamiento de Elche la Ley de Gestión de Residuos de la Generalitat Valenciana provoca por un lado, un sobrecoste para la ciudadanía ilicitana y por otro lado un aumento de los gases de efecto invernadero. Pues la mala gestión de los residuos orgánicos provoca un exceso de emisión de gases en su descomposición, lo que afecta directamente al cambio climático y aumento de las temperaturas.
Cuando no promueven y apoyan las iniciativas como la de “En el cole compostamos” llevada a cabo por Margalló Ecologistes en Acció, esto tiene implicaciones más allá de que no aumente la concienciación ambiental en todos los colegios; se desaprovecha un recurso, como es el compostaje, que permitiría recuperar suelo agrícola y controlar la erosión en el término municipal de Elche. También en colaboración con los agricultores ilicitanos se podría utilizar como abono, y de ese modo reducir su coste de producción.
Por tanto, el equipo de gobierno ilicitano provoca con su inmovilidad, entre otras cosas, que se pierda cada vez más suelo, así como un aumento de la temperatura en la zona y un perjuicio económico los agricultores. Por poner un último ejemplo, y en mi opinión el más importante, el Palmeral es un ecosistema con una biodiversidad rica en fauna y flora, el cual es muy importante en nuestro territorio: trabaja tanto como pulmón así como sumidero, absorbiendo grandes cantidades de CO2 que permite amortiguar el cambio climático, y por ello Elche y su Ayuntamiento tiene una gran responsabilidad con su ciudadanía y los municipios del entorno.
Las políticas practicadas por el gobierno municipal han llevado a la pérdida de la mayoría de este ecosistema. La construcción continuada en los huertos y cerca de ellos, y de igual modo el cambio de su uso ha provocado que desaparezcan directamente o se deterioren continuamente hasta tener el mismo final. Por otro lado, la continua utilización del herbicida glifosato, probablemente cancerígeno según la OMS, provoca que desaparezca la vegetación necesaria para que el Palmeral como ecosistema sea sostenible en el tiempo.
Ahora, ¿cómo nos afecta? Por el conocido ciclo del agua, sabemos que a mayor vegetación mayor probabilidad de lluvia, por aquello de la evapotranspiración de la cubierta vegetal. Por lo que si se sigue con la misma política señalada, es muy probable que las sequías en nuestra zona sean más fuertes y duraderas, combinadas con fuertes lluvias que a falta de una cubierta vegetal (huertos y vegetación asociada en la zona) que permita llevar a cabo el proceso de escorrentía, provocará la erosión y la pérdida de más suelo cultivable, o bien desprendimientos en zonas cercanas al río o cauces.
A su vez, si no hay cubierta vegetal, esta no puede absorber la luz solar, por lo que se reflejan en la tierra yerma, aumentando la temperatura con una evaporación más rápida del agua que conlleva una gestión ineficiente de la misma y generando un coste adicional a todos los agricultores ilicitanos. Todos estos son algunos ejemplos de como el problema no es lejano, lo tenemos también en nuestro municipio y de depende del equipo de gobierno afrontarlo y mejorar o por otro lado dar continuidad a lo que hace que empeore la situación con su inmovilismo en política ecológica, provocando no solo un sobre coste sino la puesta en peligro de la salud ilicitana ahora y de las generaciones futuras.
Cabría esperar cambios que traten al ecosistema ilicitano no solo como un recurso, sino que entendamos que todas nosotras formamos junto a él un sociecosistema, dependiendo el uno del otro para ser ambos sustentables en el tiempo. Es por esto, que son necesarias políticas en sentido contrario a los ejemplos anteriores. Debemos facilitar el compostaje y su las actividades de concienciación ambiental, cumplir la Ley de Gestión de Residuos, fomentar el cultivo y recuperación de suelos, ayudar a una mayor eficiencia en la gestión del agua, frenar la construcción en zonas de huertos o cercanos... por nombrar algunas entre tantas políticas.
Porque como señalaba al principio, hoy no se puede negar que hay menos vegetación, llueve menos, las temperaturas son más altas y hace más calor.
Moisés García Monera es asesor fiscal y miembro de Podemos Elx