ALICANTE. La oferta de comida sana y 'verde' con la que desembarcaba en Alicante hace un año y medio el restaurante Salateira no ha terminado de convencer a los paladares alicantinos. El establecimiento, en la esquina de la plaza de la Muntanyeta con la calle Colón (ocupaba el local de la histórica tienda de artículos deportivos Sanba, que cerró a principios de 2017), cerró sus puertas definitivamente a finales del pasado mes de septiembre, y ahora la sociedad que se creó para explotarlo acaba de pedir el concurso de acreedores voluntario.
Así, según el anuncio publicado en el Boletín Oficial del Estado (BOE) el pasado viernes, el Juzgado de lo Mercantil número 1 de Alicante declaró en concurso ordinario a Salateira SL en un auto fechado el pasado 10 de diciembre, apenas dos meses después de bajar la persiana. En este caso, el concursado mantiene sus facultades de administración y disposición, "pero sometidas a la intervención de la administración concursal", según el auto. El administrador concursal designado es el economista Juan Alfredo Alcaraz, que ha abierto el plazo de un mes para que los acreedores de la mercantil comuniquen sus créditos.
Salateira SL se fundó en diciembre de 2016, expresamente para explotar el citado restaurante, y comenzó los trámites para obtener la licencia municipal, que llegaría en el verano de 2017. La firma nació con un capital social de 3.000 euros, el mínimo exigido, y con sus tres socios como administradores: tres empresarios ucranianos procedentes de otros sectores que decidieron adentrarse en la restauración. En agosto del pasado año, justo cuando el restaurante abría sus puertas, uno de los administradores iniciales de la empresa abandonó su cargo, y los otros dos se mantuvieron como administradores solidarios hasta que han sido relevados por el administrador concursal.
La oferta que proponía Salateira apostaba por la dieta mediterránea, con una carta protagonizada por platos de carácter saludable y productos frescos. Al margen de sopas, la oferta del día tenía como elemento de base la pasta o las ensaladas, a las que el comensal podía añadir ingredientes; también ofrecía la posibilidad de acudir a un menú cerrado sugerido por el local, como en los restaurantes de comida rápida. La carta de bebidas desterraba el alcohol y los refrescos azucarados y apostaba por bebidas saludables. Una propuesta que, si bien ha cuajado en otras zonas de la ciudad, especialmente en el formato vegano, no ha sido capaz de enraizas en La Muntanyeta, donde la oferta de restauración brilla por su ausencia.