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Tribuna libre  / OPINIÓN

La circunvalación de Benissa 

26/07/2022 - 

Definitivamente las obras de la variante de la carreta Nacional 332 a su paso por el interior del casco urbano de Benissa acabarán con una pesadilla. Un mal sueño que además de los inconvenientes de un tráfico de altísima densidad acarrea la negra histiria de cerca los treinta accidentes mortales que allí se han producido desde su lejana inauguración en los albores del siglo XX. La obra de la variante es de una tan gran envergadura que no deja impasible al que la contempla. Algunas intervenciones son impactantes. Especialmente la que corresponde a la salida sur.

Precisamente en ese paraje conocido como el Tossal de Cabrera la construcción de un inmenso margen de gruesas piedras han modificado por completo su fisonomía. No es la primera vez que esa finca rustica de 171 hanegadas de cabida situadas a una cota de 322 metros de altitud sobre el nivel del mar sufre los efectos de una obra pública. La más dolorosa de ella corresponde al año 1869 y producida por la construcción de la carretera nacional 332. Si el trazado actual de la circunvalación arrasó con un centenario bosque de pinos en el correspondiente a la construcción de la vieja carretera tiró por tierra los muros de la histórica ermita de Sant Antoni.

En aquella ermita tenía lugar un antiguo porrate que en el año 1845 lo menciona Madoz en su Diccionario diciendo que “se celebra un porrate muy animado”. Y así sería cuando el propio clero benissero acudía a celebrar función religiosa cada año por su fiesta según nos relata el Libro Racional de la parroquia correspondiente al año 1634. Y no pasó desapercibido en la visita pastoral del año 1762 del arzobispo Andrés Mayoral que mandó encalar unas pinturas murales que las apreció como poco respetuosas. Y es aquel ermitorio desaparecido el origen de la hoy célebre Fira de Sant Antoni famosa en toda la comarca y referente festivo.

La desaparición de aquella ermita no la causó únicamente la construcción de la carretera nacional que únicamente la afectaba en el camino de entrada. Fue culpable de aquel abandono el Ayuntamiento de Benissa que nada hizo por conservarla dejando que las inclemencias atmosféricas acabaran hundiendo su techumbre. Pero no se privó el consistorio de pedirle al Ministerio los costos de reposición del margen vecino a la carretera. Sonroja a día de hoy leer el escrito de respuesta del Ingeniero jefe que amonesta al ayuntamiento advirtiéndole que “ya hace años únicamente la hacían servir para almacenar cañizos y guarecerse en ella en tiempos de lluvias  las caballerías a su paso por sus inmediaciones”.

Preguntando a un técnico de las obras si el  baldío que queda en el terreno que antiguamente ocupó la ermita  procedía efectuar alguna intervención respondió afirmativamente que plantarían unos pinos ya que en caso de no hacerse corre el peligro de convertirse en un basurero. Situado el paraje entre dos carreteras, gozando de bellas vistas y una cabida de casi 1000 metros sería una oportunidad para el Ayuntamiento de Benissa solicitar su donación y recuperar un edificio histórico que nuestros mayores no supieron conservar. De hacerse dulcificaría un entorno muy degradado, ayudaría a publicitar la visita al monumental casco antiguo de Benissa y se repararía el agravio sufrido en tiempos pasados por el pueblo de Benissa a manos de un ayuntamiento insensible y caciquil.


Joan Josep Cardona es cronista oficial emérito de la villa de Benissa

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