ALICANTE. Con un acento gallego pulido por el ambiente meseteño, con una inquietud filosófica que se siente en cuanto uno nota su presencia desprendiendo una energía que además de pensar mucho también le hace hablar mucho, con hiperactividad, no con nerviosismo, con apasionado convencimiento, no con incontinencia. G.K Chesterton dijo que a cada época la salvan un puñado de hombres que tienen el coraje de ser inactuales. Jorge Freire charla con nosotros en La entrevista de Alicante Plaza sobre su elenco de inadaptados, memorias y perfiles plasmados en su último libro Los extrañados (Libros de Asteroide).
-¿Cómo surge la escritura de Los extrañados?
-Los filósofos tendemos a ponernos ñoños y hacernos los estupendos, me entran ganas de decirte que surgió cuando estaba leyendo a Hegel o subiendo una montaña, la realidad es más prosaica, la idea surge cuando estaba leyéndole a mi hija el cuento del Patito feo. Viendo la ilustración del protagonista, me di cuenta de que no era ni un pato ni era feo, y saqué la conclusión de que le llamaban patito feo simplemente porque era diferente a los demás. Muchas veces nos podemos sentir un patito feo por ser distinto, puedes, paradójicamente, estar rodeado de gente y sentirte sólo; puedes estar rodeado de personas que te quieren y sentirte fuera de tú lugar.
-Todo lo que escribimos, aunque sea narrativa, tiene tintes autobiográficos, es una forma que tienen unos escritores que normalmente tiene la característica común de la inadaptación al medio, de recrearse en su propio mundo.
-Cuando pensé en las figuras, me puse la condición de que tenían que ser escritores, al final hay vinculación entre la escritura y el extrañamiento, porque precisamente el arte de escribir es una tentativa del autoconocimiento. El filósofo Michael Foucault precisamente habla de unos personajes que se llaman hiponematas, que eran unos que iban siempre acompañados de cuadernos pequeños para apuntar ideas o sueños que cuando se despertaban. Él lo relacionaba con el cuidado de sí, relacionaba el conocimiento propio con el plasmar los pensamientos en la escritura. Las novelas son un instrumento del conocimiento del mundo y del ser humano, cuando uno escribe, da igual sobre que, uno está escribiendo sobre ellos mismos. Yo también me siento extrañado. Este libro no va sólo de esos cuatro personajes, sino que intento materializar una sensación común entre los lectores, de que todos nos hemos sentido fuera de lugar en algún momento.
-Te tengo que decir, que leer el libro ha hecho que me desanime un poco con el oficio de la escritura, salvo un caso en concreto, el de Vicente Blasco Ibáñez, los otros tres autores vivieron en la precariedad pese a su éxito.
-Larra decía "modos de vivir que no dan para vivir" y se refería a la escritura, nunca ha estado bien pagada. Hay un texto de Dostoievski en sus diarios, que cuando prorratea lo que había ganado a lo largo del año, se da cuenta de que lo que había ganado en un día era una miseria. Aunque vendas muchos libros, siempre vas a ganar más dinero en otros menesteres. Sin embargo, si eres escritor no puedes evitar serlo. Rilke dice que si puedes vivir sin escribir, no escribas. Cuando amigos me dicen que quieren escribir siempre les pregunto si pueden vivir sin hacerlo, y si es así, que se dediquen a otra cosa.
La escritura es un oficio muy solidario, muy individualista. Me gusta la promoción de los libros porque me siento menos sólo, conozco a mis lectores. Puede ser decepcionante ver los destinos que les deparan a muchos escritores, pero hay casos como el de Vicente Blasco Ibáñez que ponen luz, fue el escritor más importante de la historia de España desde Miguel de Cervantes. Blasco sufre el desarraigo cuando vuelve a Valencia y se da cuenta de que su ciudad ya no existe, de que la remodelación urbana ha hecho que su patria chica sea cosa del pasado. A su figura le sigue faltando cierto reconocimiento, su obra Cañas y barros es una de las novelas más importantes del siglo XX, si hubiese sido un autor francés ese libro se leería en todos los colegios. No entiendo porque no se le pone en el lugar de la historia de la literatura que merece.
"Aunque vendas muchos libros, siempre vas a ganar más dinero en otros menesteres. Sin embargo, si eres escritor no puedes evitar serlo"
-¿Por qué crees que Blasco Ibáñez no ha tenido ese reconocimiento?
-El problema es que no sé cuánto tiempo tiene que pasar para que le pongamos la plica de clásico a un libro, quizá cuando pasen cien años valoraremos su figura como ahora valoramos la de Cervantes. De todas formas, convertirte en una reliquia museística no es garantía de que te lean, de hecho a José María de Pereda, por muchas calles que tenga con su nombre, nadie le ha leído, y fíjate que tene una novela que se titula Pedro Sánchez. Azaña decía que si quieres que no se entere nadie de algo, escríbelo en un libro, porque aquí no lee nadie. Creo que debemos perder el respeto a los clásicos, bajarlos del pedestal, si uno lee a Blasco se dará cuenta de que tiene una prosa muy sencilla, fina, pero fácil de leer.
-El otro día le comentaba a un amigo que estoy leyendo un libro sobre el Siglo de Oro, y me dijo que si estaba loco, ¿tenemos miedo a recordar lo clásico?
-Vivimos en un presentismo que hace que sólo nos interese la actualidad, y no podemos confundir el presente con la actualidad, la actualidad cambia, el presente permanece. En los libros se ve muy claro eso, hay libros que han sido un bestseller y a los tres años ya parecen obsoletos, en cambio lo clásico nunca envejece. Reconozco que hay autores que han envejecido mal, Wodehouse por ejemplo, con su lenguaje contracultural a nuestro tiempo, es un escritor que no gusta, que no se entiende, ya costaba entenderlo en la Inglaterra de su época. Schiller dice "vive con tu siglo pero no seas obra suya", quiere decir que no seas un bicho raro, que seas funcional, que sepas pagar con tarjeta y escanear un código QR, pero que tampoco seas uno más, que marques la diferencia.
"Los intelectuales tienen una tentación profunda de ponerse en el lado equivocado de la historia, de ponerse al servicio de los autócratas, por lo cual suelen fracasar estrepitosamente"
-Hablabas de Wodehouse, un autor que trabajaba para la propaganda nazi, ¿podríamos estar ante uno de los primeros mercenarios artísticos, no?
-Hay gente que es muy buena en su trabajo pero un caos en su vida diaria. Él no sabe conducirse en su vida privada, no sabe ir a ningún sitio sin su mujer o su agente literario. Cuando retransmite en la radio nazi, creo que no era consciente de lo que hacía. En su interior, con eso, estaba practicando un sano patriotismo, estaba infundiendo ánimo a las tropas. Hay que tener una profunda conciencia política para saber lo que uno está haciendo,como dijo Orwell.
-Hay un claro posicionamiento político por parte de Vicente Blasco Ibáñez es un paradigma del miedo de los intelectuales de involucrarse en política ¿no?
-Los intelectuales tienen una tentación profunda de ponerse en el lado equivocado de la historia, de ponerse al servicio de los autócratas, por lo cual suelen fracasar estrepitosamente. En el caso de Blasco había un idealismo bastante noble, sin embargo, bebe de un sectarismo anti-jesuita muy presente en su época, cree que los Jesuitas están detrás de todos los males, de urdir conspiraciones, de meterse en las familias españolas, de hacer débil la raza española. Capitaliza el descontento de la época, hay un paralelismo entre Blasco y las figuras del 15-M como Pablo Iglesias, los dos fundan un partido aprovechando la coyuntura existencial de su tiempo.