TRIBUNA LIBRE / OPINIÓN

Innovación abierta para ser más competitivos

11/06/2020 - 

Durante los dos últimos meses hemos visto múltiples iniciativas por parte de particulares, startups, investigadores, empresas consolidadas y Administración Pública para compartir recursos y aunar esfuerzos en la lucha contra una pandemia. Los adelantos tecnológicos, la globalización y la complejidad del reto al que nos enfrentemos, han dejado definitivamente en el pasado la imagen del investigador que trabaja individualmente en su laboratorio para salvar vidas.

Hace ya diecisiete años el profesor Henry Chesbrough, de la Universidad de California-Berkeley, acuñó el término "innovación abierta" para hacer referencia a una estrategia de innovación basada tanto en el uso de recursos y conocimientos internos, como en la colaboración externa con otras empresas, proveedores, clientes, centros de investigación e incluso competidores. Se trata de una estrategia habitual entre las grandes empresas, que ahora empieza a tomar fuerza entre las pymes.

Chesbrough, en su último libro “Open Innovation Results: Going Beyond the Hypeand Getting Down to Business” lamenta que, hasta ahora, los beneficios de la innovación abierta sólo hayan alcanzado a las mejores empresas, porque ha provocado una brecha con el resto y no ha impactado de forma equitativa en la sociedad. Un estudio publicado en 2012 por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT) y Cotec, muestra la siguiente relación: si una empresa media, representativa del tejido empresarial español, con un volumen de ventas de 100 y un gasto en innovación de uno, incrementase un punto su gasto en innovación esto le conllevaría un incremento del 3,7% en sus ventas anuales. Además, la probabilidad de éxito del proceso innovador aumentaría un 4,5% si coopera con otras empresas o con agentes del sistema científico y tecnológico. En ambos casos,el impacto es mayor cuanto más elevado es el componente tecnológico del que dispone la empresa.

El principio esencial de la innovación abierta es sencillo: “Probablemente todas las personas que trabajan en la empresa son inteligentes, pero no todas las personas inteligentes trabajan para la empresa”. El gran científico Linus Pauling decía que “la mejor manera de tener una buena idea es tener muchas de ellas” y,ese punto de vista, es igualmente aplicable a la búsqueda de innovación mediante alianzas y compromisos comunes para alcanzar objetivos consensuados. 

La innovación abierta es un concepto bidireccional ya que puede ocurrir desde dentro de la empresa, hacia fuera y al revés. En la primera delas direcciones, la empresa consolidada puede co-desarrollar sus productos y servicios con la ayuda de clientes y proveedores, crear nuevas empresas, vender, licenciar e incluso compartir abiertamente los secretos de su tecnología.

Pero en esta ocasión pongamos el foco en la dirección contraria, en cómo una pyme consolidada puede aprovechar fuentes de recursos externos en beneficio propio a través de la adquisición de licencias, acuerdos con centros de investigación, becas, concursos y premios a estudiantes y profesionales que les ayuden a innovar, etc. Otra de las fuentes podría ser a través de la colaboración con startups fundamentalmente mediante cuatro vías: su incubación o aceleración, contratos de prestación de servicios, aportación de capital o incluso su adquisición. Las empresas consolidadas ganan flexibilidad y velocidad para acceder a tecnologías y modelos de negocio más disruptivos. Por su parte, las startups se benefician de la experiencia, ingresos y oportunidades que les ofrecen estas empresas ya establecidas en el mercado.

Entonces, ¿cómo puede una PYME consolidada poner en práctica un enfoque de innovación abierto? 

Según un estudio internacional realizado en 2016 por la consultora Bain&Company, el 85% de los ejecutivos encuestados citaron las barreras internas, no las externas, como los principales obstáculos para el crecimiento, de modo que antes de atraer socios externos, es esencial crear un entorno y una cultura que fomente y apoye la innovación.  

Hecho lo anterior, si buscamos aprender y explorar nuevas ideas para afrontar disrupciones tecnológicas y ser más competitivos, la innovación de la mano de startups y grupos de investigación de la Universidad es una buena solución si se tienen en cuenta las distintas prioridades y culturas organizacionales, y se toman medidas para evitar malos entendidos. Una vez llegamos a este punto, siempre sugiero: 

  • Implicar a la dirección de la empresa para que lidere el proceso. La innovación es mucho más un problema de liderazgo de personas que un problema técnico, en el cual hay que aprender a “tolerar el error, pero no la incompetencia”, parafraseando a Javier Duarte, consultor y autor del libro “Los 6 retos del CEO”.
  • Identificar adecuadamente nuevos retos sobre los que desarrollar soluciones que puedan ser explotadas.
  • Determinar por qué la empresa quiere innovar, qué resultados se esperan alcanzar, cómo se van a conseguir, qué indicadores lo medirán y cuántos recursos se van a invertir. Además, es esencial establecer los incentivos adecuados para quienes aporten su talento, pues ya sabemos que “no podemos hacer una tortilla sin romper los huevos”.
  • Desarrollar un proceso para buscar, seleccionar y filtrar oportunidades, pero evitando lo que llamo la “burrocracia” y fijando plazos consensuados para tomar decisiones.
  • Ser claros y precisos desde el principio, con respecto a la propiedad industrial e intelectual de los posibles resultados.
  • Seleccionar y cultivar un equipo de personas para que, con el tiempo, gestionen la innovación en la empresa y ayuden a que forme parte de su ADN.
  • Desarrollar entornos de trabajo creativos y colaborar con ecosistemas de innovación como, por ejemplo, los ofrecidos por la Red de Parques Científicos de la Comunidad Valenciana.
  • Paciencia y persistencia, teniendo siempre en mente que innovar de forma individual supone “sumar” ganancias, y hacerlo de la mano de “startups” y grupos de investigación permite “multiplicarlas”.

En resumen, en un contexto donde muchas pymes consolidadas ven amenazada su competitividad e incluso su supervivencia por la integración de mercados y recursos que provoca la globalización, la democratización y aceleración en el desarrollo de nuevas tecnologías, el mayor nivel de exigencia de los consumidores y los cambios en el mercado laboral, la innovación abierta puede ser una buena estrategia si se basa en la ecuanimidad, la confianza y el beneficio compartido.

Sergio Román García, director de Desarrollo Empresarial del Parque Científico de la UMH.

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