El que ha sido denominado I Encuentro Español de Autores Literarios, celebrado este pasado fin de semana en Alicante, ha resultado sin duda un éxito. Éxito de asistencia, porque acudieron ciento treinta personas al evento desde distintos puntos de España, muchas de ellas desde Alicante, la mayoría, y algunas otras incluso desde fuera de nuestro país -Hungría, Alemania y EE. UU. Eso es pasión por las letras y lo demás es teoría. También fue un éxito en cuanto al evento en sí, porque la gente que asistió al mismo quedó encantada de haber podido participar en él, después de cinco horas muy intensas que se vivieron. La comida estuvo correcta, el lugar bien escogido por su amplitud y, lo más importante, una tercera parte de los asistentes, que habían ido a eso, tuvieron la oportunidad de salir a hablar de su libro, como habría dicho el gran Francisco Umbral. Personas que han invertido mucho tiempo en escribir su obra, a la que quieren como a un hijo, y que vivieron con intensa emoción la oportunidad de presentarla en público ante tantísima gente. Una gran oportunidad para los autores, entre los que me cuento.
Jugaron a favor del Encuentro las ganas del creador, Manuel Avilés, autor de De prisiones, putas y pistolas, el ideólogo del evento no exento de un puntito de locura, una fuerza de la naturaleza, ese imán capaz de reunir a tantos autores, un quintacolumnista a ratos y también el mejor anfitrión, capaz de recordar los nombres y apellidos de todos los asistentes, así como su vida, obra y milagros. Intervinimos como maestros de ceremonias Andrés Maestre y yo. Andrés, un hombre valiente donde los haya, gran profesional, que fue capaz de sobreponerse a su situación personal en pos del bien del Encuentro -un poco azuzado por mí, lo confieso- y estuvo simplemente impecable. De mí misma no me pidan comentarios, solo les diré que actué como ama del calabozo con el tiempo, atendiendo a la alarma que, implacable, sonaba cuando habían transcurrido los tres minutos de gloria, destinados a cada interviniente con una precisión de reloj suizo. Al que se pasaba del tiempo le entregaba la taza conmemorativa de la discordia, en plan señorita Rottenmeier, ahora les explicaré por qué, con una sonrisa y un aplauso. Fue un milagro que aún no me explico cómo se logró.
Fue un evento cultural organizado casi por completo por Avilés y su secuaz, el secretario general y “tesonero tesorero” -como se autodenomina el gran Santiago González- en el que intervinieron más de treinta autores alicantinos, así que ¿a qué venía tanto jaleo acerca del Encuentro, creado por el dichoso Sanguino, en los días previos? Detrás de un evento de estas características, y como nunca llueve a gusto de todos, siempre hay sus detractores y el concejal del PSOE ha creado artificialmente una polémica alrededor de una modesta contribución, que el concejal Manresa tuvo a bien conceder para ayudar en unos mínimos gastos, sobre todo para pagar las tazas de recuerdo para los autores, con el logo del Ayuntamiento de Alicante. La cultura, especialmente la literatura y la lectura, necesitan apoyos públicos que no pueden ser medidos en términos ridículos de” a ver lo que aprovecha a mi terruño”. Dan ganas de decir: “váyase usted a ver mundo, señor mío”, que es bien sabido que el nacionalismo se cura viajando y la incultura leyendo, algo que no podemos perder de vista.
Faltaron al encuentro, aunque estuvieron muy presentes, la periodista Olga Avellán, que tristemente nos dejó hace unos días, y Manuel Desantes, creador de la Biblioteca de los Libros Felices, que acababa también de enterrar a sus progenitores. A todos ellos se les dedicó un recuerdo.
Acudieron como invitados dos autores de moda, Fernando J. Múñez -el autor de “La cocinera de Castamar”- y Ana Lena Rivera -autora de “Los muertos no saben nadar”-, que hicieron unas interesantes exposiciones que a todos nos hechizaron acerca de cómo han conseguido ser éxito editorial.
Estuvieron también presentes otros autores, como Begoña Valero, Vic Echegoyen, Olga Luján, Miriam Rivero, Evelyn Kassner, Marisa Ayesta, Julio Laporta, Miguel Castro Pereiro, José Luis Coy, Carmen Clara Balmaseda, Raúl Bartlevy e Inma Fuentes. Así, hasta llegar a sesenta.
No es fácil organizar nada y todos los eventos cuestan un trabajo ímprobo. Es cierto que hace falta gente ilusionada para crearlos, gente con ganas, que empuje, como ha hecho en este caso Avilés. Esperemos que todos los eventos culturales que se organicen en Alicante a partir de ahora tengan tanto éxito, porque será muy buena señal y una excelente noticia para todos nosotros.