ELCHE. La industria del calzado sigue buscando alternativas para renovarse e impulsar un modelo realmente sostenible de acuerdo a las nuevas exigencias europeas y el cambio climático bajo las premisas de la economía circular. Durante estos años han sido varios los proyectos con fondos europeos que se han puesto encima de la mesa, algunos esperando a que los Next Generation fluyan y otros ya ejecutados y probados, como es el caso de Life Reweart, que finaliza el 30 de marzo y que ha obtenido unos resultados muy satisfactorios a nivel de sostenibilidad: su huella de carbono es testimonial. La clave, una vez más, el producto de cercanía, pero también con aspectos diferentes como la producción a demanda. Una iniciativa que ha encabezado la ilicitana Vesica Piscis, acompañada de Hilaturas Ferre en Banyeres y Ateval desde Ontinyent.
El proyecto Life Reweart empezó en septiembre de 2019, y como otras iniciativas, tenía un plazo de dos años, pero por la pandemia se ha ido retrasando y ahora es cuando se han obtenido los resultados. Aunque oficialmente finaliza el 30 de marzo. Ha supuesto una inversión de alrededor de 900.000 euros entre todos los socios y de los que la Comisión Europea con el programa Life subvenciona a fondo perdido unos 500.000, algo más de la mitad. Han participado tres socios españoles: Hilaturas Ferre de Banyeres, la asociación empresarial del textil, Ateval (con base de operaciones en Ontinent) y Vesica Piscis, de Elche, que ha ejercido como líder a nivel técnico. También han colaborado una empresa de calzado italiano de caballero, Calzaturificio Mustang y un instituto de servicios para el textil y calzado de Bucarest (Rumanía), el INCDTP.
Igualmente, además de Ateval y el propio instituto rumano, han estado de coordinadores desde la ilicitana Desinope, consultora que ha estado gestionando o acompañando en este y otros consorcios para captar fondos europeos de cara a nuevos procesos en la industria zapatera. En cuanto a Life Reweart, la iniciativa supone la elaboración de un calzado hasta el final con unas características muy claras: vegano, orgánico, reciclado y reciclable. Algo que se expuso este miércoles en la presentación del proyecto frente al greenwashing, movimiento de algunas empresas que intentan vender a nivel publicitario la imagen de las tendencias sostenibles pero que no las cumplen por tener por ejemplo materiales de PVC, derivados de combustible fósiles o altas huellas de carbono.
El proyecto ha supuesto un 'ecodiseño' pensando en el fin del ciclo de vida del zapato, qué va a pasar después para facilitar todas esas tareas de reutilización, reciclado y reparación, poniendo de acuerdo a los proveedores de la zona para bajar la huella de carbono. Todas las participantes son de la provincia y han trabajado sus distintos ámbitos. Por ejemplo Hilaturas Ferre que trabaja con productos reciclados ha elaborado hilos probando con mezclas nuevas que han aportado desde el INCDTP con alguna fibra natural como cáñamo o viscosa, después el embalaje se ha hecho en Cartoelx en Elche... Producto elaborado desde la cercanía y en el que han mostrado que se han logrado el 100% de objetivos de reciclabilidad y de la huella de carbono, obteniendo un 2,2% de kilogramos de emisión de CO2 por par de zapatos, cuando lo normal está entre el 12-15%. "Es imposible el cero porque hay que transportar la materia prima o el producto sí o sí", explica Enrique Montiel, de Desinope.
Después cada una de las participantes ha ido probando para replicar el producto en su fábrica, con modelos diferentes pero con las mismas técnicas y procesos: emplear productos que sean separables para que puedan ser reutilizados, no utilizar adhesivos industriales, fibras reutilizables, materias primas que sean fáciles de reciclar... A priori el objetivo es que una vez finalizado este programa, se logren comercializar 30.000 pares el primer año, aunque como en este tipo de proyectos, ahora cada empresa decide cómo o si comercializar. Por lo pronto, la ilicitana Vesicas Piscis ya tiene estos modelos a la venta y ha hecho a modo de tractor para que las otras firmas del consorcio incorporen algunos de estos pasos en su cadena productiva, de la que como se explicó en la ponencia, hay otras formas de hacer un producto sostenible como el propio centro de producción: fábricas con placas solares o a las que dé mucho la luz y permitan ahorrar en la factura.
Por último, y respecto al proyecto, un aspecto importante es que se fabrica a demanda: el consumidor podría elegir y en cierta forma diseñar su modelo desde la página web, y luego llegaría la fabricación. Tan solo habría un pequeño stock en los establecimientos físicos para no generar excedente del mismo, intentando generar el mínimo impacto medioambiental posible en lugar de hacer pedidos industriales de decenas de miles de pares. En definitiva, un programa europeo que ha permitido impulsar este tipo de iniciativas en búsqueda de una alternativa de industria realmente sostenible, y que sobre todo puede ayudar a que se sumen a estos modelos las pymes, habitualmente con menos margen de maniobra en innovación. Una propuesta con mucho nicho en el calzado.