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Hércules-Elche o cómo sentir la vida en el infierno

Foto: Pepe Olivares
18/09/2017 - 

ALICANTE. Casualidades de un nublado sorteo por parte de la Real Federación Española de Fútbol, la Copa del Rey deparó un derbi alicantino en el estadio José Rico Pérez (miércoles 20 de septiembre, 21 horas). Un encuentro que no se disputaba desde la temporada 2012-2013, la del ascenso del Elche a Primera.

En el entorno y la afición del Hércules el encuentro ha sido bien recibido. Medirse al eterno rival de tú a tú y con posibilidad de eliminarlo de la Copa es algo muy apetecible, sobre todo después de haberlo visto salvando con buen fútbol y coraje temporadas en Primera División, codeándose entre los grandes con orgullo, dirigidos con maestría por Fran Escribá.

Pero la actualidad manda, y las líneas del destino del Hércules y del Elche, aunque vienen de distinto lugar, hoy se encuentran en el mismo punto. Mientras los ilicitanos fueron expulsados en los despachos de primera división y llegaron a Segunda B tras un inesperado descenso, los alicantinos deambulan por la categoría de bronce por cuarto año consecutivo.

Ver al archienemigo en la división de honor mientras tú malvives en el pozo es difícil, y si a eso le añades que el filial franjiverde es de tu categoría, con la consiguiente burla del vecino, uno se cree en estado moribundo. Y de repente, en un verano convulso, el brillante Elche se desmorona y coge el mismo ascensor que los alicantinos. El de caída libre.

Por eso creo que el derbi al Hércules le da aire, le da vida. Estar junto con el Elche en Segunda División B moralmente ayuda, hace que las heridas duelan menos, aunque en realidad sea una desgracia compartida. Es cierto que no ha conseguido ascender el Hércules, pero en ese gesto tan español de mirar al vecino, la Segunda B es menos vergonzante si tu gran rival histórico está junto a ti, en vez de su filial.

Doble o nada para el Hércules

Además, el partido llega en buen momento para los locales, aunque no lo pueda parecer. Tras un comienzo de liga que ya pone en entredicho a Siviero, medirse a un Elche arrollador que ha hecho en seis jornadas lo que el Hércules no ha sido capaz en cuatro años, puede restar presión a los blanquiazules. Lo lógico sería una victoria ilicitana, murmullo general en el Rico Pérez tras el empate del pasado sábado ante el Badalona. Pero la Copa es especial.

De ahí que, con el papel de equipo en crisis, medirse en casa a un todopoderoso Elche puede ser bueno si se sabe tratar. La rabia acumulada en la plantilla de Siviero debe surgir para esperar al equipo de Mir con el cuchillo entre los dientes. Pero también es arma de doble filo. Porque no vencer a un Elche entrenado por un ex del Hércules, y con el descartado Javi Flores como una de las estrellas, dejaría muy tocado al primer proyecto de Portillo.

El premio es gordo: eliminar al eterno rival, con la bolsa de moral que eso conlleva, y esperar a un primera de Europa en la próxima ronda, lo que además puede suponer salvar el presupuesto del año. Los derbis marcan, no son un partido más. Por eso la victoria para los locales puede ser un necesario golpe de efecto, y un aviso al Elche de que la Segunda B no será un paseo.

En cualquier caso, el encuentro ha despertado mucha expectación en la tan necesitada de emociones afición blanquiazul. Vuelve el clásico alicantino que, si bien ya no tiene aroma de primera como antaño, sí tiene una rivalidad que hace que la semana sea especial.

Porque no hay peor derrota que la que se produce ante el eterno rival. Ni mayor gloria que la de vencer al enemigo. Sensación en las antípodas, mas sensaciones son. Sentimientos. Viene el Elche, los de la franja verde, y se acelera el pulso del Hércules, los de las rayas blanquiazules. Late el corazón, aunque lo haga en las tinieblas.

Foto: Pepe Olivares

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