ALICANTE. Lo primero, vaya por delante, hay que reconocer el enorme mérito y la valentía del Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert por incluir en su programación de esta semana un evento informativo como ha sido el de este martes: La gestación subrogada, a debate. Y es que, en los tiempos que corren, hay que pensarse muy mucho plantear un debate sobre ciertos temas de actualidad como la gestación subrogada, que provoca los ladridos y anatemas de ciertas tribus urbanas, de muy dispar ideología, pero coincidentes en sus formas y nivel de "argumentación".
Por mi parte, yo sabía que el debate (más bien mesa redonda) había ya concitado una amplísima retahíla de insultos, descalificaciones, improperios, intentos de cancelación y otros histerismos varios en el post de la página de Facebook donde el instituto comenzó a divulgar el evento el pasado domingo. Que si trata por aquí, que si cosificación, que si machismo por allá, que si evento patriarcal... que, ya puestos, por qué no se hablaba de asesinato, que no se debía debatir el tema y sólo prohibirlo, etcétera, etcétera, etcétera. Todo "argumentos" de este nivel y calado intelectual, aunque no se veía por ningún lado aquello de Mi cuerpo, mis reglas. ¿Por qué habrá sido así? (emoticono de extrañeza).
Pues eso. Entre un genuino interés por el tema y la malsana curiosidad por encontrarme en la puerta con una turba de señoras vociferantes, me planté en el Gilñ-Albert este martes, a la hora convenida, y nada. Todo como una seda, oiga. Una demostración más de que, generalmente, la chusma insultona de internet se queda ahí, en internet.
Todo tranquilo, todo en paz, tal y como se desarrolló la (corta) hora y media que duró el acto. Había público, sí, pero naturalmente, políticos ni uno. Se ve que, a pesar del interés que debía suscitar el tema a tratar en aquellos que se supone que se desvelan por el bienestar de la ciudadanía, ésta era una foto que no le convenía a ninguno.
Ellos se lo perdieron. Una mesa redonda del todo amena y muy esclarecedora con respecto a todos aquellos asuntos que rodean a la gestación subrogada. Sin tabúes, sin dogmas, sin chillidos. Simplemente hechos científicos, un tratamiento con los pies en el suelo y, ante todo, una mesa en la que se respiraba verdadera libertad.
¿Quiénes formaban la mesa?
Además de cuestionar argumentos biologicistas y el concepto evanescente de la trata, resultó del todo interesante la desmitificación que se hizo del altruismo. Un concepto que la que os escribe siempre ha tenido muy claro, pero que tanto Beltrán como Álvarez me hicieron ver con otra luz: la de la utilización machista y patriarcal sobre la maternidad, eso de la maternidad romántica y desinteresada, otro forma de ese constructo llamado instinto maternal. Aquí, precisamente, me entró mucha curiosidad y hubiera querido preguntar sobre los diversos instintos que los humanos heredamos genéticamente de nuestros antepasados animales tras atravesar una larga cadena evolutiva y sus reflejos en nuestro comportamiento actual, pero no hubo tiempo para eso, ya habrá otra ocasión.
La conclusión en la que coincidieron los tres invitados a la pregunta de por qué tanto rechazo a la gestación subrogada, una beligerancia en la que confluyen como en muchos otros temas los feminismos más radicales y las más radicales ultraderechas, fue, naturalmente, la de siempre: el miedo. El miedo a lo desconocido. El miedo a todo aquello que amenace tu espacio de confort en el marco de la sociedad en la que te ha tocado vivir. Y yo llegaría aún más lejos, con una afirmación que ya conocéis quienes me seguís regularmente. La ignorancia lleva al miedo y el miedo lleva al odio.
Por mi parte, y terminando, quiero agradecer de nuevo al Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert y a los demás colaboradores del evento esta corta horita y media en la que disfruté de una sensación largo tiempo olvidada: la de presenciar un debate multidisciplinar en el que en todo momento reinó una actitud del todo civilizada y educada con unos ponentes de calidad que dominaban el tema del que hablaban y en el que se me abrieron los ojos a distintas ideas y puntos de vista. Eso es lo mínimo que le deberíamos pedir a un evento divulgativo.
De verdad que estoy convencida de que, aun en estos tiempos de oscuridad que corren y aunque esto signifique navegar contra corriente, éste y no otro debe ser el camino. Sólo espero que éste no haya sido un evento aislado y que el instuto, como foro de debate cultural, continúe abriéndose y arriesgándose a tratar temas de parecido calado a éste. Temas polémicos, temas que importan a la sociedad, temas para los que se tengan en cuenta todas las diversas opiniones y no sólo las de ciertas ideologías o partidos políticos. De verdad que lo espero.