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George A. Romero camina entre los 'no muertos'

18/07/2017 - 

ALICANTE. Cuando tenía dos años de edad, vi en la televisión el videoclip de Thriller, de Michael Jackson. No lo recuerdo, pero se ve que pasé varias noches con pesadillas con un 'hombre feo', a decir de mi madre. Quizá fruto de ese trauma infantil, o quizá por cualquier otro motivo que se me escapa, el cine de zombis ha ejercido siempre en mi una obsesión enfermiza. Da igual lo mala que sea la película; si salen zombis, no puedo despegar la vista de la pantalla.

Lo que yo no sabía entonces, y probablemente Michael Jackson tampoco, es que sin George A. Romero (Nueva York, 1940) el videoclip de su Thriller nunca habría sido como fue. No será la primera ni la última vez que lo lean: el director y guionista neoyorkino es el padre de un subgénero del cine de terror que ha devenido un género en sí mismo: el cine de zombis. O de muertos vivientes, no muertos, o 'comedores de carne', como se llamaban en la versión original de su 'Noche de los muertos vivientes' (1968). Todo lo que ha venido después de Romero, incluso siendo del propio Romero, no ha hecho más que empeorar el producto, por desgracia. 

Romero se fue ayer a los 77 años de edad, víctima de un cáncer de pulmón fulminante, rodeado de los suyos y escuchando la música de 'The quiet man', según ha declarado a los medios estadounidenses su agente, Chris Roe. Pocos directores con una producción tan discreta como la suya en términos cuantitativos (no llega a la veintena de películas en casi medio siglo de trayectoria) han podido influir tanto en el imaginario colectivo y la cultura pop del siglo XX y principios del XXI. Cualquier obra, sea una película, un libro, un videojuego, en la que un cadáver cobre vida (la razón es secundaria, aunque antes solía ser de origen radiactivo y ahora por la ingeniería genética) e intente comerse a sus congéneres es deudora directa de la genialidad de Romero, cuando no directamente un remake no confeso. Claro que en el cine había zombis antes de Romero, los zombis haitianos, obra del vudú, pero esos no intentaban abrirte la tapa de los sesos para desayunar.

La cinta fundacional del género fue pionera en muchos sentidos, aunque se inspirara en una obra literaria que ha hecho lo propio con tantas otras: la novela 'Soy leyenda' de Richard Matheson. Por ejemplo, Romero y otros nueve amigos recurrieron al crowdfunding, tan de moda en estos tiempos: crearon Image Ten y aportaron entre todos los algo más de 100.000 dólares que costó rodarla. Una cinta, por cierto, por la que nunca cobraron derechos, por un error en el símbolo de derechos de autor. Pueden ustedes verla en Youtube tantas veces como quieran sin temor.

En cualquier caso, las reglas del juego ya estaban sentadas: se trata de cadáveres que vuelven a la vida por razones que cabe imputar directamente a la mala cabeza del género humano; no hay forma de acabar con ellos (¿cómo matar lo que ya está muerto?) a no ser que se separe el cráneo del resto del cuerpo; como te alcancen estás perdido (o te despedazan o te acabas convirtiendo en uno de ellos); y sobre todo son muy lentos (obviamente, no tienen prisa), lo cual hace aún más angustiosa la cacería. Célebre es, en este sentido, la crítica de Romero a sus herederas '28 días después' o 'Guerra mundial Z': "alguien debería recordarles que esas cosas están muertas". A mi también me ponen nervioso los zombis acróbatas que persiguen a Brad Pitt. Incluso más que los parsimoniosos que querían comerse a Duane Jones en el Pittsburgh en blanco y negro (no fue una decisión estética: la bobina era mucho más barata que en color) de 1968.

Mención aparte merece la crítica social que, sea de forma intencionada o involuntaria, introduce Romero en su cine: en la cinta original, el protagonista afroamericano sobrevive a los muertos vivientes solo para ser abatido por un policía blanco (por error) a la mañana siguiente. En su continuación, 'El amanecer de los muertos', los protagonistas se encierran en un centro comercial del que son incapaces de escapar. En la penúltima, 'La tierra de los muertos vivientes' (con un Simon Baker que aún no era 'El Mentalista'), solo están a salvo de los zombis aquellos que son lo suficientemente ricos para pagárselo...

Romero, que hizo pocas películas en su larga trayectoria, aunque inspirase otras decenas, también dirigió algunas cintas sin 'comedores de carne' que pasaron sin pena ni gloria. Aún siendo justo reconocer esas aportaciones (como la delirante 'Martin'), lo cierto es que quien nos ha dejado es y será siempre el padre de los zombis modernos. Cuidado, porque seguro que ya camina entre los 'no muertos'.

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