ALICANTE. El crédito de Ángel Rodríguez está bajo mínimos. No es el único (ni el gran) responsable del pobre arranque de curso del Hércules, pero ya se sabe que cuando las cosas van mal en el fútbol la cuerda se rompe por el lado más débil y eso es algo en lo que el Hércules dista de ser una excepción (otra cosa es que sea uno de los pocos clubes que vive un Halloween eterno): Enrique Ortiz no va a coger la puerta (el retraso que condicionó la planificación deportiva de Francisco Peña y la pretemporada es achacable exclusivamente al empresario), tampoco sus socios con All In Sports (Jaime Aparicio estuvo viendo al equipo en Formentera) van a hacer las maletas y a estas alturas no se puede darle la vuelta al equipo como un calcetín con fichajes (probablemente a los colaboradores de Ortiz les gustaría, pero para eso hay que esperar a enero y está por ver que se consiga).
Si el equipo parece continuar sin rumbo, el técnico sigue sin encontrar un término medio: en Formentera apostó por un planteamiento excesivamente conservador, nada que ver con el de Paterna, de donde el equipo salió también lastimado pese a adelantarse en el marcador. Y tras el choque en el Municipal de Sant Frances, Rodríguez hizo gala de mucha autocrítica (a diferencia de comparecencias precedentes, sin ir más lejos la que protagonizó en el Antonio Puchades), tal vez demasiada porque se echó encima una responsabilidad que no le es achacable a él en exclusiva. Que el Hércules ni ataque ni defienda, no controle nunca los partidos, es fundamentalmente culpa suya, pero no tanto que a estas alturas de temporada no ande del todo fino en lo físico (aunque este domingo eso distó de ser el problema) tras un verano tan particular, como tampoco la indolencia puntual de algunos de sus futbolistas o que no cuente con los mejores mimbres para armar la defensa.
"Debemos mejorar, debo hacer cambios, hacer cosas [...] asumo la responsabilidad (de la derrota), no se pueden perder tres partidos en nueve jornadas", señalaba el preparador leonés en Formentera, apuntando a continuación que "en 10 minutos" habían "tirado el partido", que en el inicio de la segunda mitad habían adolecido de intensidad y que deben mejorar en las áreas: "Para estar arriba hay que ser realmente buenos en las áreas, más contundentes [...] los rivales fuera de casa demuestran que compiten más", sentenciaba.
No obstante el cambio de sistema, Rodríguez se esforzaba en dejar claro que "la propuesta había sido "la misma", aunque matizada : "Apretar arriba, ser agresivos, tener más la pelota y jugar con más criterio [...] es un estilo que nos está costando más", decía antes de dejar claro una vez más que la desventaja con respecto a la cabeza no es precisamente lo que le preocupa y sí su equipo.