ALICANTE. En toda mercancía se debe distinguir entre el valor de uso y el valor de cambio. Esta era la premisa que defendía el filósofo alemán Karl Marx, quién se acabó convirtiendo en el referente de su propio movimiento, el marxismo. Esta afirmación se puede extrapolar a cualquier ámbito, como el de la literatura, donde el valor de uso se entiende como la capacidad que posee el libro para satisfacer las necesidades, mientras que el valor de cambio alude al propio libro como objeto, el cual se vende como cualquier otra mercancía en el mercado. "¿Será que hoy prima el valor de cambio frente al valor de uso?", pregunta el escritor peruano y profesor de la Universidad Adolfo Ibáñez de Chile, Ezio Neyra, invitado a impartir una charla sobre “literatura y mercado, desde la generación del boom de los 60 hasta nuestros días”, en un acto que ha tenido lugar en el Centro de Estudios Literarios Iberoamericanos Mario Benedetti (CeMaB), en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Alicante (UA), y que se encontraba dirigido a estudiantes de la facultad.
Esta pregunta, que el autor lanza a modo de sugerencia, se relaciona con la idea del sociólogo francés Pierre Bourdieu, quien plantea que un libro posee dos caras: por un lado, la cara cultural, que transmite identidades y, por otro lado, aquella que tiene que ver con el libro como mercancía. En esta línea, el también profesor universitario considera que "el primer boom no fue el de los años 60, sino el del modernismo" y entiende esta fenómeno como una "primera explosión de la literatura hispanoamericana, que le permitió posicionarse en mercados donde antes no era conocida y ganar lectorías que antes no habían existido".
Con el fin de contextualizar cuáles son los inicios de ese auge del mercado en el ámbito literario, el autor centra el foco en el modernismo, una etapa anterior al boom de los años 60, para exponer que entre 1860 y 1930 existían dos etapas en la producción literaria, siendo la primera la fase creativa, la cual tilda como "individual, solitaria y arriesgada" y una segunda etapa "que tiene que ver con la circulación de los libros en el mercado", contextualiza Neyra.
La explosión literaria tuvo su origen en México y en Buenos Aires y, poco después, se trasladó hasta España, en particular, hasta Barcelona, ciudad a la que se otorgó "una enorme centralidad a la publicación", manifiesta el autor. Continúa explicando que "es a partir de los años 60 cuando los escritores latinoamericanos adquieren el mismo protagonismo que los políticos, los actores o los deportistas" y asegura que este boom significó "la aplicación, por primera vez, de herramientas de mercadotecnia para difundir y promocionar los libros" en el panorama hispanoamericano.
Si bien esa centralidad de la industria editorial permaneció en Barcelona en las décadas de los 80 y 90 debido a la potencia de su distribución, en los mismos años Perú contó con una industria que, en general, fue débil y tuvo "pocos espacios para que los autores del postboom pudieran publicar sus libros", asegura. Y clarifica que existieron dos causas que explican este panorama: "en primer lugar, el estado peruano no tenía o tenía muy pocas políticas de promoción de la industria editorial y, en segundo lugar, no contaba y sigue sin contar con ninguna política de compra de libros", esclarece el profesor.
A pesar de estos dos factores, con la entrada del nuevo milenio y, sobre todo, a partir del año 2002, dentro del campo literario "empezaron a aparecer editoriales independientes, un caso que no solo fue particular de Perú", comenta Neyra, lo que tuvo como consecuencia la "aparición de más autores y autoras que publicaban sus obras".
"Perú constituye un país muy centralizado", asegura el conferenciante, "en el que si un autor quiere alcanzar el reconocimiento nacional es indispensable que sus libros circulen en la capital y que la prensa limeña escriba sobre su trabajo". Tan grande es esta centralización que Lima atesora el 92% de los libros publicados anualmente en Perú. El escritor asegura que los autores y autoras que mayor cifra de ventas reúnen son aquellos que publican en las dos grandes editoriales existentes en el país que, además, son de origen español: Planeta y Penguin Random House. Una situación que el propio Neyra califica como "un círculo vicioso", ya que "muchos de los reseñistas de los periódicos publican en estas casas y, por tanto, recomiendan los libros que llevan su sello". En cuanto a la ruptura de barreras lingüísticas, el escritor reivindica que "hacen falta esfuerzos mayores para internacionalizar la literatura peruana", en que el estado impulse iniciativas como la que ha adoptado Brasil u otros países latinos, a través de "programas de apoyo a las traducciones", ya que afirma que "esto supone una traba para el lector que quiera consumir un libro en castellano y que no lo encuentra traducido".
Entre las consecuencias del boom editorial se sitúa el incremento en el número de mujeres que publican sus obras, "no solo en Perú sino en el mundo hispano", matiza Neyra. Una situación que le resulta "novedosa", ya que en el siglo XX a penas existían libros escritos por mujeres, mientras que "ahora hay autoras de gran calidad, como Carina Pacheco, Grecia Cáceres o Irma del Águila", ejemplifica el escritor. Señala que otra de las consecuencias que se derivan es el "aumento de la producción de literatura infantil y juvenil, que históricamente no se había llevado a cabo en Perú y, cuando se había hecho, habían resultado libros no muy bien terminados", testifica. Y añade que "en los últimos cinco años están surgiendo obras de calidad en este género", por lo que opina que le resulta "una tendencia que va a seguir en alza".