VALÈNCIA. Más de 32.000 hectáreas arrasadas en cerca de siete días. Es el balance desolador de una semana marcada por el retorno de los grandes incendios a suelo valenciano, de cuyas llamas parecen haber escapado finalmente lugares tan significativos como el parque natural de la Sierra Calderona o el santuario de la Cueva Santa. Sin embargo, los fuegos de Bejís y la Vall d’Ebo, dos de los más devastadores para la Comunitat desde que existen registros, han empujado a esta autonomía hacia su segundo peor año de este siglo en cuanto a áreas calcinadas. Solo en 2012, cuando ardieron casi 59.000 hectáreas debido, principalmente, a los incendios de Cortes de Pallás y Andilla, se causó una destrucción mayor al entorno natural valenciano.
De este modo, y junto a los que por ahora son los dos grandes fuegos de 2022, incendios como los de Venta del Moro, les Useres o Caudiel incrementan el número estimado de hectáreas abrasadas hasta más allá de las 34.000. Son muchas más que las perdidas en los nueve años anteriores y de confirmarse definitivamente esta cifra, según la estadística de incendios forestales de la Conselleria de Agricultura, este año terminaría al menos como el sexto con mayor superficie calcinada desde 1968, el primer ejercicio del que existen datos.
La magnitud de los fuegos de 2022 se hace todavía más evidente si se confronta con las cifras del que ahora es el tercer peor año del siglo, 2007, que vio arder 8.225 hectáreas de terreno. Por aquel entonces se incendiaba en el mes de agosto el paraje de la Ponsa, de nuevo en les Useres, con un balance de más de 5.700 hectáreas calcinadas. Un área que supondría el 30% de todo lo que llevan destruidas hasta el momento las llamas de Bejís, que ya han abrasado lo equivalente al 1,6% del terreno forestal de la Comunitat.
Con todo, los últimos pronósticos sobre el fuego del Alto Palancia arrojan más optimismo sobre una provincia, la de Castellón, que vive uno de sus peores desastres desde que en 1994 el incendio de Espadilla, en el Alto Mijares, arrasara más de 19.300 hectáreas. Tras presidir anoche la reunión del Centro de Coordinación Operativa Integrada (Cecopi), el president de la Generalitat, Ximo Puig, indicó pues que la resolución de Bejís avanzaba “de manera positiva” tras atajarse rebrotes en el entorno de El Toro y Andilla, así como que el fuego, que ha quemado al menos 19.000 hectáreas en un perímetro de 140 kilómetros, se encuentra en una situación de “mucha estabilización”.
Puig advertía no obstante de que existían zonas de “mucha temperatura” en las que reaparecen llamas en algunas ocasiones, por lo que durante esta pasada noche siguieron trabajando sobre el terreno entre 300 y 400 personas. Además, respecto a Vall d’Ebo, el titular del Consell ha recordado que el fuego está estabilizado y que este domingo podría darse por fin por controlado tras calcinar unas 13.000 hectáreas, lo que lo convertiría al menos en el undécimo más devastador para el territorio valenciano.
Tanto la Vall d’Ebo como Bejís cambiaron pues el devenir de un año que hasta la primera quincena de agosto transcurría sin grandes complicaciones, sobre todo en comparación a la situación que vivían regiones como Castilla y León o Galicia. Pero justo con la llegada del esperado puente del 15 de agosto, un cóctel meteorológico que incluía vientos de poniente y altas temperaturas desencadenó varios grandes fuegos en cuestión de días, pese a que la Generalitat había activado los protocolos de máximo riesgo y anunciado el cierre de los Parques Naturales.
La estadística histórica demuestra, en este sentido, que los meses de julio y agosto son los que más riesgo representan para el entorno natural. Desde que existen registros, en ambos meses se han calcinado el 60 % de las hectáreas que han desaparecido por un incendio forestal, lo que confirma la evidencia de que el calor y los ambientes secos propician este tipo de fenómenos. De hecho, justo este viernes la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) comunicaba que era “bastante probable” que el verano de 2022 se convirtiera en el “más cálido” de su serie en España, que arranca en 1961, así como que, si se tuvieran en cuenta las reconstrucciones climáticas a partir de datos históricos, este año podría encontrarse la temperatura más alta desde, al menos, 1916.
En estos meses se produjeron también la mayoría los incendios acontecidos en los peores años para la Comunitat Valenciana, que desde que hay registros son 1994 y 1978. Así pues, el 4 de julio del primer año se desencadenó un fuego en Millares (la Canal de Navarrés) que calcinó más de 25.420 hectáreas, y un día después se decretaba otro en Requena (la Plana de Utiel-Requena) que acabaría con más de 24.000 hectáreas tras una negligencia por una colilla. Ese mismo mes, en Fontanars dels Alforins (la Vall d’Albaida) arderían más de 18.400 hectáreas por una quema de basuras que acabó descontrolada. En total, se perdieron entonces 138.405 hectáreas, cuatro veces más que lo destruido en lo que llevamos de año.
Una década y media antes, en 1978, se perderían casi 70.000 hectáreas, una cifra que, según confirma una publicación monográfica del Ministerio de Agricultura sobre los incendios forestales acontecidos ese año, tendría a su mayor foco destructivo en los últimos días de agosto. Entonces, un fuego originado en la Ribera Alta calcinó más de 13.100 hectáreas en los montes de Tous, Catadau, Montroi, Llombai, Dos Aguas y Carlet, aunque en el mes de septiembre un nuevo incendio abrasaría más de 6.000 hectáreas en las localidades de Requena y Yátova.
Tras estos dos años aciagos, el tercer ejercicio más devastador para el suelo valenciano fue 2012, cuyas consecuencias, que quedan mucho más cerca en la memoria, se han revivido en cierto modo este agosto. Entonces, entre el 28 de junio y el 16 de julio un incendio asoló Cortes de Pallás hasta borrar 28.879 hectáreas, por lo que aún hoy es uno de los peores del último medio siglo en España. Poco antes, en junio, se calcinaron 20.065 hectáreas tras un fuego con origen en Andilla y que afectó a una veintena de poblaciones, entre las que se encontraban Montroi, Catadau, Yátova, Turís, Macastre o Dos Aguas.