ELCHE. Hace unos días una delegación ilicitana encabezada por el alcalde Carlos González y el gerente de Aigües d'Elx Javier Priego se reunía con la Entidad Pública de Saneamiento de Aguas residuales (EPSAR) en Valencia para abordar el asunto de la Depuradora de Algorós. Sin embargo, no se está planteando al modernización de la actual planta: los dos escenarios posibles son con una depuradora totalmente nueva. La cuestión es dónde, si sigue en Algorós o si se desplaza dos kilómetros al sur, como La Hoya o Matola. Y eso lo determinará el olor y el precio de la reutilización del agua.
Antes de nada, desde el equipo de gobierno se quiere visitar la depuradora de Moraira antes de final de año, que es nueva y podría ser un ejemplo o modelo a seguir para Elche. Como indica el alcalde, una de las principales características que se quiere comprobar allí será el olor, puesto que lleva siendo durante años una de las quejas constantes de los vecinos de las pedanías a los que llega la hedor de la actual depuradora o a los vecinos del Pla. En ese sentido, explica que la tecnología y las instalaciones de la actual depuradora están totalmente desfasadas, por lo que argumenta que lo que hace falta es una nueva, que ronda entre los 40 y los 50 millones de euros.
Asimismo, el otro vector que se analizará será el de la reutilización del agua, puesto que lo que paga la Generalitat es la depuración de esta, pero no la reutilización. Se da el caso que por la gravedad y la ubicación en la que está la actual depuradora, los costes operacionales son inexistentes, pero si se trasladase varios kilómetros al sur, sí que habría que cuantificarlos porque hay desnivel y habría que bombear ese agua al norte. Así pues, se entiende que sólo se instalaría al sur si los costes operacionales de la reutilización fueran bajos, por lo que habría que ver también el precio del hectómetro cúbico. Estos dos ejes son los que determinen pues si la nueva depuradora se ubica en un sitio u otro.
En cualquier caso, hace unos días Margalló - Eecologistes en Acció y la Associació per al Desenvolupament Rural del Camp d’Elx (ADR), mostraban su rechazo al traslado de la depuradora más al sur, al entender que en resumidas cuentas lo que se hará será trasladar el problema, molestando más a los vecinos de las pedanías. Desde ambos colectivos criticaron la "insostenibilidad del proyecto", aduciendo a que supondría la pérdida de suelo agrícola en una de las zonas más productivas del término municipal ilicitano. Esta cuestión estaría unida, decían, al notable incremento de la huella de carbono producto del necesario bombeo del agua depurada hasta la cota actual para poder reutilizarla para riego, como actualmente se hace. Es decir, que sobre esto último, al final el alcalde se ha alineado con la posición de sendos colectivos puesto que uno de los handicaps sobre la mesa es ese. Ese bombeo, explicaban, "conllevaría un aumento en los costes de suministro que repercutiría a buen seguro en los actuales usuarios, las comunidades de regantes de la Acequia Mayor del Pantano, de la Acequia de Marchena y del Assut dels Moros".
Por último, los dos colectivos seguían defendiendo la modernización de la actual planta: "desde los inicios de la reforma de 2006 se constató que era insuficiente para eliminar los problemas que la planta depuradora arrastraba desde hacía años. No se optó por la utilización de procesos de tratamiento para la eliminación de nitrógeno y fósforo, ni por tratamientos terciarios de microfiltración, tecnología que ya por aquel entonces estaba disponible. De haberlo hecho habrían prácticamente desaparecido los problemas por malos olores y se hubiera producido una mejora sustancial de la calidad del agua efluente".
