Elche, coja en La Encina

Ha sido una semana de empresarios. La cosa empezó con la reivindicación de Elche Parque Industrial como modelo a seguir y ha acabado con Ineca, pero en medio estuvo el acto de AVE en La Encima, donde curiosamente apenas hubo representación de la potencia ilicitana.

Y es la pregunta que hay que hacerse: ¿por qué no tiene Elche representantes en los grandes centros de decisión o reivindicación? Las peticiones que hay sólo las verbaliza el alcalde, Carlos González, que se vanagloria de que este Gobierno valenciano sí que tiene presente a la tercera ciudad de la Comunitat, pero las penurias de las cuentas autonómicas son tales que apenas dan. O dan para muy poco.

Y ahí reside la gran incógnita. Elche tiene empresas y empresarios de primer nivel, funciona mucho mejor que Alicante en muchas cosas, pero no tiene (o no quiere) ningún representante la Champions League empresarial de la Comunitat; es decir, en la Asociación Valenciana de Empresarios (dicen que forman parten Francisco Borja y Rafael Bernabéu, pero nadie los vio. Solo Joaquín Garrido, ex Cepyme, estaba allí con la bandera franjiverde). Posiblemente, el decálogo de peticiones que hizo el empresario ilicitano el pasado lunes con Ximo Puig presente, AVE lo hubiera arreglado con un telefonazo o en cualquier visita del titular de turno a la Comunitat. 

Vista la puesta en escena de AVE en el acto de La Encina, la petición de una conexión  directa del modélico Elche Parque Empresarial con la autovía A7 me parece algo resoluble con algo de voluntad política. Lo del Corredor Mediterráneo, de Algeciras a la frontera con Francia, parecen palabras mayores, y eso que está a punto de conseguirse, aunque sea de forma provisional (el tercer carril ferroviario) y chapucera, como allí se reconoció.

Pues, visto lo visto, creo que Elche debería hacer esa reflexión: comenzar a ubicar peones en extramuros. Ya sé que a los grandes popes de la economía ilicitana no le gustaron nunca las poltronas de Coepa (sólo a Modesto Crespo) ni la Cámara, pero quizás si resultaría interesante poner alguna pica en AVE, donde la presión y la influencia sí ha quedado demostrada, por encima de signos políticos. Huelga decir que para salvar al Elche CF o inyectar fondos al Misteri, sobran ejemplos.

Por desgracia, en Alicante, hasta hace poco, las patronales se mostraron muy serviles y de ahí sus problemas. Quizás, no sería necesario ir de un extremo a otro, como ha hecho Cristóbal Navarro, en Cepyme, pero sí ubicarse en la equidistancia, como por ejemplo hace Ineca, aunque, de momento, con escasa efectividad. Pero bien estaría que los nobles ilicitanos adoptaran alguna fórmula, por tradicional que fuera, como los vascos, y situaran alguno de sus vástagos en puestos de relevancia económica y política. Si el primero debe gestionar los dineros, pues el segundo que luche por la patria ilicitana. Peor era irse a Venezuela. Está claro que las peticiones en voz alta de Carlos González dan para lo que dan; Diego Macià ya no es el de antes y Mireia Mollà barre para casa pero sólo en términos sociales. Reclaman todos ellos con razón, pero, de momento, con escaso éxito.

Y por último, tenemos el grito en voz alta de Ineca sobre los presupuestos de la Generalitat Valenciana y la deficiente inversión en Alicante. Algo de razón llevan, pero si los conselleres del ramo, y digo Vicent Soler (Hacienda) y Rafael Climent (Economía) hubieran hecho pedagogía de las cuentas entre los empresarios neutros -por decirlo de alguna manera-, se hubieran ahorrado esas críticas. Los presupuestos son los que son por la hipoteca del pasado que hay sobre ellos. Algún guiño tienen para Alicante, el problema es que esas inversiones están contempladas para el año 2018. Por desgracia, como dijo Isabel Bonig, las cuentas contemplan subvenciones para destapar fosas (y la subida de impuestos para las empresas familiares), pero también pagar los fastos de los gobiernos  Francisco Camps. La cosa no da para más y, además, está mal explicada. Lo siento, pero es así.