ALICANTE. Si hay una cuestión que ha concentrado y concentra toda la atención del grupo popular en el Ayuntamiento de Alicante es la de tratar de marcar distancias respecto a las formas y las políticas desplegadas en el pasado. En las filas del PP se tiene claro que, pese al desarrollo de algunas actuaciones modernizadoras (como la remodelación de la avenida de Dénia o la implantación del Tram), cualquier nexo de unión con las etapas de gobierno presididas por Díaz Alperi y por Sonia Castedo supone una herencia envenenada que resta ante la opinión pública y ante el electorado.
Y que, además, supone un blanco fácil para las críticas de los partidos del bloque progresista, que ven en las investigaciones judiciales que marcaron ese periodo un flanco crucial para sacar a colación el discurso de la corrupción. No en vano, de esa época derivan el caso Brugal, el caso Isjoma, su derivada sobre la feria outlet del Puerto, el supuesto amaño del Plan E, la adjudicación de los telecentros (con una condena firme para el exconcejal Kiko Sánchez) o el proceso concursal sobre el club Lucentum, como asuntos de mayor calado.
Así, una de las líneas estratégicas que su hasta ahora portavoz municipal, Luis Barcala, ha venido reiterando a su equipo de concejales desde que asumió su dirección (con la marcha de Asunción Sánchez Zaplana al Senado y de José Císcar a les Corts) es que no se deben repetir los errores del pasado y que se debe seguir un camino propio, con otras formas de hacer política. Y esa es la línea que, se apunta, se quiere seguir aplicando a partir de ahora, si cabe con mayor intensidad, ante la oportunidad de oro que se les ha brindado para tratar de demostrar a la ciudadanía que el partido ha pasado página.
De hecho, al ser cuestionados sobre si había existido algún acercamiento o intento de interlocución con la edil no adscrita, Nerea Belmonte, para favorecer la toma de posesión de Barcala, concejales del PP consultados por este diario subrayaron que el ahora nuevo alcalde había dado instrucciones expresas de no tratar de hacerlo, para que nadie pudiese interpretar que se estaba tratando de atraer su apoyo o de condicionar su voto de ningún modo. "Teníamos orden de no contactar con ella, porque eso era algo que se hacía en el pasado", insistieron.
El propio Barcala sostuvo al término del pleno que "en absoluto, en ningún momento" había mantenido conversaciones con Belmonte. "No teníamos que negociar nada porque no necesitábamos esos 15 votos", en referencia al número de votos que necesitaba la candidata a la investidura por el PSOE, Eva Montesinos. Barcala insistió en que la "responsabilidad de buscar" apoyos era de Montesinos y que "desde el PP se ha respetado".
En esta línea, tanto Barcala como sus compañeros de bancada insistieron una y otra vez en que no sabían qué posición iba adoptar la exrepresentante de Guanyar hasta que vieron que la papeleta que mostraba antes de introducirla en la urna estaba en blanco. En función de las posiciones que habían anunciado Cs y el segundo edil no adscrito, Fernando Sepulcre, ese voto ya permitía augurar que la socialista Eva Montesinos no iba a reunir los 15 votos que resultaban necesarios para convertirse en alcaldesa.