El puerto de Alicante ha sido escenario de no pocos acontecimientos sociales y deportivos de toda índole. En sus aguas han pasado muchas cosas desde que se convirtió en el puerto de Castilla y, por tanto, de la Corte. Alicante es hoy lo que quiso su puerto que fuera, como si tuviera corazón, porque condicionó (y condiciona) para bien la vida de la ciudad y sus habitantes desde hace siglos. Antes estaba liderado por el tránsito de mercancías, ahora comparte esta actividad con el turismo de cruceros y los deportes náuticos. Las cosas cambian como lo hacen las personas. Lo importante es tomar el camino correcto.
Recordará las expediciones que desde el puerto de Alicante zarpaban para combatir al infiel o la que participó Blas de Lezo en la que sería después la conquista de Orán. Y la batalla naval que se realizó frente a la costa alicantina siendo Isabel II reina de España, que conté en este periódico.
En su dársena exterior se estrenó el submarino inventado por Cosme García Sáez, el primero del mundo. Aquí en Alicante. Y fíjese cómo son nuestras autoridades, no se utilizó para el uso que estaba destinado y aún duerme en el lecho del fondo del puerto de Alicante, allí hundido a propósito - porque estorbaba amarrado al muelle - y olvidado para siempre, en vez de estar puesto en valor en uno de los museos de la ciudad o en el que se creara para rememorarlo, que no es ninguna tontería. Tantas cosas han pasado cerca o en los muelles del puerto que bien vendría tener un lugar donde contarlo, reflexionar y ver su historia que es también la de la ciudad.
Desde el mar llegaron al puerto un sinfín de nuevas civilizaciones y culturas con las que compartir mercancías e inquietudes. También armadas y ejércitos enemigos que querían invadir la ciudad de Alicante para someterla, no sólo ingleses o franceses según el turno de bandos de cada época, sino entre españoles como los producidos desde los buques de guerra que vinieron de Cartagena para apoyar al cantón de Alicante durante la primera república española. La ciudad fue bombardeada en diversas ocasiones. De algunos de los bombardeos de entonces aún quedan huellas de los cañonazos en la fachada lateral que daba al mar de la Basílica de Santa María. Que malo es eso de atentar contra el hermano. La historia de España tiene varios ejemplos dramáticos de guerras fratricidas que – por supuesto - no pueden volver a repetirse.
Pero deje que me refiera a algo más pacífico, que con la que está cayendo en España a nivel político, bien viene un poco de sosiego.
También las aguas del puerto se han visto inundadas por velas de embarcaciones de todos los tamaños para acompañar unas millas a esos bólidos del mar como son los veleros de la Ocean Race al ser Alicante Puerto de Salida. Más de ir por casa citaré el exitoso Trofeo Tabarca. O la regata del Trofeo Real Liga Naval que este año cumple cinco años y que el próximo 23 de septiembre los veleros participantes surcaran la bahía de Alicante ansiando conseguir este trofeo tan deseado por los armadores más competitivos de la flota.
Antaño también hubo velas que tuvieron protagonismo. Como cuando el rey Alfonso XIII regateó dentro del puerto de Alicante con su balandro cuando el Real Club de Regatas de Alicante estaba ubicado en un edificio de estilo árabe de la que este rey puso la primera piedra e inauguró unos años después. Los ancianos del lugar hablan de este edifico con nostalgia por su singularidad, no es para menos, nada que ver con la Casa de Botes, un barracón flotante desde donde se organizaban regatas. El cambio lo motivaron los socios, querían más y mejores instalaciones, por lo que construyeron un edificio que nada tenía que ver con el anterior, ni con los que vinieron después. “Se renovó el paisaje – escribe Enrique Romeu Palazuelos en su libro “Recordar … Alicante” -; aquel no era chato, antiguo, sino coqueto y seguro, construido con lujo, adornado con entrañables pinturas entre el fin de siglo y años nuevos”.
El balandro de Alfonso XIII era parecido, por tamaño y eslora, al velero que ha patroneado el rey Juan Carlos en la regata alrededor de la isla de Wight con el que ha conseguido recientemente el tercer Campeonato del Mundo con una tripulación implicada. Un velero de 6 metros en la División de Clásicos. Nada menos.
Es un gran ejemplo para las jóvenes generaciones deportistas de la vela. No hay límite de edad para proponerse un propósito y conseguirlo. En un mundo tan competitivo como este, se pueden aprender valores. El esfuerzo, el trabajo en equipo, la camaradería, el liderazgo de cada uno, todo puesto en común puede hacer que se consigan grandes éxitos. Pues eso.