vals para hormigas / OPINIÓN

El caucus de Quatretondeta

5/05/2021 - 

Apuro un poco el plazo de entrega del vals de esta semana porque las jornadas electorales son al periodismo el equivalente al cargador de un móvil. La verdadera acción comienza una vez que cierran los colegios electorales, pero las redacciones se van alimentando de las pequeñas anécdotas que surgen cada vez que el pueblo, ese ente tan variopinto, se ve obligado a ceñirse a cuatro o cinco posibilidades o, como en los últimos casos, a dos. Blanco o negro, Sevilla o Betis, mar o montaña, orden o barbarie. Como si fueran incompatibles. Lo que cuenta son los resultados, pero el colirio que aclara la mirada de los periodistas es la embarazada que acude a su colegio electoral cinco minutos después de romper aguas, la anciana que vota desde un vehículo con la urna escoltada por la policía o las colas que han tenido que soportar la mayoría de los candidatos para poder ejercer su sufragio. Se preguntarán, quizá, si hasta las autonómicas de otro territorio atraen nuestra atención. Y sí, naturalmente. Los comicios son nuestro minuto y resultado, nuestra cartelera de los viernes, nuestra magdalena de Proust, porque todos tenemos buenos recuerdos de alguna noche electoral. Y cuando no nos tocan de cerca, las disfrutamos como un atardecer en Ibiza.

De tal manera, que casi cualquier periodista estaría dispuesto a promover una campaña para, por ejemplo, organizar todos los años un caucus en Quatretondeta. Y luego, extrapolar los resultados con lectura nacional para saber si el PSOE logrará gobernar en solitario otra vez, si el PP debería endurecer su discurso para volver al poder o si existe algún partido con posibilidades reales de romper el bipartidismo. Sí, todo, a partir de la opinión de los 121 habitantes de Quatretondeta, a la que podríamos tratar como al Ohio de la Comunidad Valenciana. Cosas más absurdas se han visto, como el tuit en el que Ciudadanos definía Alicante como la playa de Madrid. Un nuevo tiro en el pie de un partido acostumbrado a centrarse en lo que no le importa a nadie y que, visto lo visto, va a acabar como el loco del pueblo de Cinema Paradiso, dando vueltas en torno a sus convecinos gritando “¡la plaza es mía, la plaza es mía!”.

Es cierto que en mi oficio nos gustan los sondeos israelitas, los recuentos minuciosos y los gráficos de colores. E interpretar los resultados, sobre todo, nos apasiona interpretar los resultados. También es cierto que en cada convocatoria, sea de donde sea, podemos encontrar una excusa para tratar de convencerles de que cualquier papeleta puede generar una consecuencia en sus hogares, los de ustedes. Por eso estamos tan pendientes de Madrid, como lo estuvimos de Cataluña, de Estados Unidos o del referéndum del Brexit. Los periodistas andamos a medio camino entre su derecho a la información y nuestro ombligo. Pero, en el fondo, quiero creer que todavía lo hacemos con la esperanza de que, en algún momento, la política vuelva a ocuparse de sus verdaderas necesidades. Y entonces comprenderán por qué estuvimos tanto tiempo hablándoles del caucus de Quatretondeta.

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